LECTURA
DIARIA:
Génesis
capítulo 23
Sara murió
cuando tenía 127 años. Pero la Biblia comienza celebrando su vida, ya Sara murió
habiendo vivido una vida plena, habiendo disfrutado 37 años con su hijo
Isaac. Ella murió en Hebrón.
Siendo
extranjero, Abraham no tenía tierras como propiedad; ellos llevaban una vida de
nómadas. Pero al morir Sara, Abraham buscó un lugar donde enterrarla. El
problema es que legalmente no podía hacerlo.
Como
extranjero, Abraham no tenía el derecho legal de comprar tierra en Canaán.
Sabiendo
esto, él decidió apelar a las autoridades de Hebrón.
Abraham
llevaba años viviendo en la región, y se había ganado el respeto de los
locales. Por eso los hijos de Het, respondieron positivamente.
La oferta que
le hacían parecía generosa, pero Abraham no quería dejar a Sara el la tumba de
alguien más. El quería una propia, que perteneciera a su familia.
Por ello, les propuso que intercedan
por él ante Efrón, hijo de Zohar, para que le de la cueva de
Macpela, que estaba al extremo de su campo.
Abraham era
un hombre visionario. El no sólo estaba pensando en un lugar para
enterrar a Sara, y cubrir la necesidad inmediata, sino también estaba pensando
en él y sus hijos.
Además,
Abraham no estaba pidiendo nada regalado; él estaba dispuesto a pagar el precio
justo por el terreno. Él estaba haciendo lo posible por comprar un
terreno que se convirtiera en su primera propiedad en la Tierra Prometida.
Efrón le
ofreció a Abraham ese pedazo de tierra sin que él tuviera que pagar nada.
Lo interesante
es que Abraham no aceptó la oferta.
Abraham fue
sabio, y no aceptó un regalo comprometedor. El estaba dispuesto a pagar
el precio justo.
Efrón parecía
ser generoso, pero su verdadera intención salió a luz más adelante en la
negociación. Al final, Efrón aceptó a venderle la cueva, pero le puso un
precio muy alto.
Abraham
aceptó la oferta, y pagó 400 siclos de plata por el terreno, lo cual era una
suma altísima.
En esos
tiempos, el sueldo de un labrador al año era aprox. de 8 a 10 siclos
al año. Por lo tanto, Abraham pagó aproximadamente el equivalente a 40
años de labor de un hombre.
Ya habiendo
adquirido el terreno, finalmente Abraham pudo sepultar a Sara.
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