UN MOMENTO CON DIOS
¡Cuida tu corazón!
“Por encima de todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida”. (Proverbios 4. 23)
Este versículo es muy
conocido, pero vale la pena volver a rebuscar un poquito más en cuanto a la
enseñanza que nos pueda dejar, y es interesante como nos provee de principios
valiosos que vale la pena recordar para nuestro diario vivir.
“Por encima de todas las cosas
cuida tu corazón”, la versión Reina-Valera dice: “sobre toda cosa
guardada, guarda tu corazón”, en otras palabras, ocupémonos antes que
cualquier cosa en guardar nuestro corazón.
Es interesante leer este
consejo que escribe el rey Salomón como un padre escribe a un hijo. La palabra
corazón utilizada en este versículo no se refiere simplemente al órgano
principal del cuerpo humano, si no que cuando nos menciona corazón se está
refiriendo a dónde se alojan ideas, emociones y pensamientos.
Es de donde salen las cosas
buenas o las cosas malas, es lo que puede contaminar al hombre. Mateo 15.18
dice: “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al
hombre”. Proverbios 23.7 dice: “Porque cual es su pensamiento en su
corazón, tal es él”.
Somos lo que pensamos y
actuamos lo que pensamos. Alguien dijo alguna vez: “Si quieres cambiar tus
resultados, cambia tus acciones; si quieres cambiar tus acciones cambia tus
pensamientos y si quieres cambiar tus pensamientos guarda tu corazón. “
Cuando el proverbio nos
dice “guarda tu corazón”, nos está diciendo cuida lo que entra en tu
corazón, cuida de que no entren los pensamientos equivocados.
A veces nos hemos acostumbrado
o rendido ante pensamientos que no son los pensamientos que vienen de Dios.
La palabra de Dios nos
recuerda en Filipenses 4. 8 lo que debemos hacer: “Por lo demás, hermanos,
todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad.”
No podemos evitar que las aves
vuelen por encima de nuestra cabeza, pero si podemos evitar que hagan su nido.
No podemos evitar que los pensamientos equivocados toquen la puerta de nuestro corazón,
pero si podemos evitar abrirle la puerta.
Dios les bendiga
abundantemente.
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