jueves, 9 de julio de 2020

Tiempo... Romanos 2. 1



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo”.
Romanos 2. 1.


No importa lo bajo que haya caído un hombre, hallará a uno más miserable que él, con quien podrá compararse ventajosamente.
El que tiene el vicio del juego, menospreciará al bebedor, y este mirará a un delincuente con desprecio en su corazón.
Cuando juzgamos a otros, damos prueba de que sabemos reconocer muy bien el mal. Comprobamos así que tenemos una conciencia activa.
Y esto nos condena a nosotros mismos, cuando practicamos tales cosas. Todos los hombres tienen una conciencia.
“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal”  Génesis 3. 22.
En su bondad, Dios se sirve de la conciencia, para guiarnos al arrepentimiento, pero no nos autoriza en absoluto a emplearla para juzgar a nuestro prójimo.
Sólo uno tiene el derecho a juzgar: Jesucristo.
Un día manifestará a la luz, todos los secretos de los hombres, todos sus hechos e intenciones inconfesables, ocultados con tanto cuidado.
Confesemos sin tardanza a Dios nuestros secretos, por más vergonzosos que fuesen.
La conciencia no es una voz hostil, sino una amiga que nos dice, “Habla de esto con el Señor Jesucristo, Él lo sabe y quiere perdonarte.”
Dios les bendiga abundantemente.

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