sábado, 25 de julio de 2020

Tiempo... Mateo 11. 25



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“En aquel tiempo, hablando Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los niños.” Mateo 11.25.


Uno de los paisajes más lindos del Evangelio de Mateo es el narrado en el capítulo 11. El Señor Jesús se encontraba en un punto crucial en su ministerio público. Se estaba cerrando la oferta del Reino a la nación de Israel. El rechazo de los líderes judíos religiosos ya era manifiesto.
En el capítulo 11 se menciona, por ejemplo, el encarcelamiento de Juan el Bautista y el juicio del mismo Mesías sobre las ciudades de Corazín y Betsaida.
El contexto entonces era de rechazo, traición, decepción, ingratitud e incomprensión. Lo lógico sería que alguien dedicado y abocado a su pueblo, al ver que los suyos no le recibieron, se frustre, se recluya, se enoje o se deprima. Pero las palabras de Jesús muestran una actitud totalmente optimista.
Dice Mateo: En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos al cielo, dijo: “Te alabo, Padre del cielo y de la Tierra, porque escondiste estas cosas de los grandes y las revelaste a los pequeños”. Él no era impermeable al maltrato humano, le dolía igual que a ti y a mí, se enojaba igual que nosotros, sentía el frío puñal de la traición como también lo sentimos nosotros.
Pero vivía constantemente alzando sus ojos al cielo de su Padre, donde nada de esto tiene lugar. Esta conexión le permitió mantenerse de pie hasta el final. Es así como el Maestro nos deja una lección, pues dice a renglón seguido: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, si quieren hallar descanso para vuestras almas en medio de semejantes tormentas.
Tal vez hoy nos encontremos o nos sintamos en medio de las tormentas de la vida. Es entonces cuando necesitamos urgentemente hacer una pausa, alzar nuestros ojos y conectarnos con Dios. ¡Y alabar!
Podremos decir: “¿Alabar? ¿Por qué motivo?…” ¡Tenemos muchos!, miremos bien. Tal vez sean detalles, cosas comunes. Justamente con cosas comunes los niños se alegran, juegan y se divierten.
Quizás necesitemos aplicar el consejo de Jesús cuando dijo que para entrar en su Reino necesitamos ser como esos niños.
Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario