UN MOMENTO CON DIOS
Empecemos el día con Dios
“Hazme oír por la mañana tu misericordia, Porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he elevado mi alma”. (Salmos 143. 8)
¿Cómo hemos empezado hoy el
día? ¿Nos hemos levantado temprano y hemos disfrutado de la tranquilidad de la
mañana tras una noche de sueño reparador? ¿O tal vez hemos pasado la noche en
vela pensando en los problemas y deberes del día siguiente, las angustias sin
resolver, o alguna incertidumbre que pensemos va a ser una lucha para nosotros
en el futuro?
No sabemos si David era una
persona madrugadora o por el contrario el tipo de persona que desea aprovechar
de mayor forma, las horas de la noche, pero de lo que, si estamos seguros, es
de que eligió empezar el día buscando recuerdos visibles del amor
inquebrantable de Dios. Le habría resultado fácil recordar el amor de Dios por
él si hubiera presenciado un glorioso amanecer matutino, pero si la noche había
sido tormentosa y tenía que lidiar con ovejas asustadas en medio de un
aguacero, el amor infalible de Dios podría haberse sentido un poco distante.
Independientemente de las
circunstancias, David decidió confiar en Dios a primera hora de la mañana.
Tanto si las condiciones eran favorables para la fe como si no, David creía en
el amor inagotable de Su Padre de los Cielos, aunque no pudiera verlo en el
mundo que le rodeaba. Esa es una decisión que cualquiera de nosotros puede, y
debe, tomar.
No la posterguemos, independientemente
de las batallas que nos traerá este día, empecemos nuestra jornada, sobre la
roca más fuerte e inquebrantable que ha conocido y conocerá el mundo: El Amor
de Nuestro Padre Celestial.
Dios les bendiga
abundantemente.

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