UN MOMENTO CON DIOS
Cuáles son nuestras
prioridades?
“Al oír esto, el hombre puso cara larga y se fue triste porque tenía muchas posesiones”. (Marcos 10. 22)
Se nos presenta una escena
profundamente conmovedora: un joven rico que, tras escuchar la invitación de
Jesús a desprenderse de sus bienes y seguirlo, se marcha triste porque tenía
muchas posesiones. Este versículo encapsula un dilema universal: el conflicto
entre la seguridad material y la entrega total a Dios.
El joven había mostrado un
interés genuino en la vida eterna. Se acercó a Jesús con respeto y humildad,
preguntando qué debía hacer para heredarla. Su vida reflejaba obediencia a los
mandamientos, pero Jesús le señaló que aún le faltaba algo: soltar su apego a
las riquezas y confiar plenamente en Dios. Aquí radica el desafío: no se trata
solo de cumplir reglas, sino de una transformación del corazón.
La tristeza del joven revela
cuán profundamente arraigadas estaban sus posesiones en su identidad. No es que
la riqueza sea mala en sí misma, sino que su amor por ella le impedía dar el
paso de fe que Jesús le pedía. Este pasaje nos invita a examinar nuestras
propias vidas: ¿qué cosas nos impiden seguir a Cristo con total entrega? ¿Dónde
ponemos nuestra confianza?
Jesús no estaba simplemente pidiendo
un sacrificio material, sino una reorientación de prioridades. La verdadera
riqueza no está en lo que acumulamos, sino en nuestra relación con Dios. La
invitación de Jesús sigue vigente hoy, soltar lo que nos ata y confiar en que
Él es suficiente.
Este pasaje nos desafía a
reflexionar sobre nuestras propias resistencias. ¿Qué nos cuesta soltar? ¿Qué
nos impide vivir con libertad en la fe? La tristeza del joven nos recuerda que
aferrarnos a lo temporal puede alejarnos de lo eterno. La verdadera paz y gozo
vienen cuando ponemos nuestra confianza en Dios, sabiendo que en Él encontramos
la vida abundante.
Dios les bendiga
abundantemente.
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