UN MOMENTO CON DIOS
La falsedad destruye la
confianza
“No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.” (Colosenses 3. 9 -10)
La falsedad destruye la
confianza y corrompe el corazón. Pablo nos exhorta en Colosenses 3. 9 -10: “No
mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus
hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se
va renovando hasta el conocimiento pleno.”
Este pasaje nos llama a
abandonar la mentira y a vivir en la verdad. La falsedad es una sombra del
viejo hombre, aquel que vivía según los deseos engañosos de este mundo, donde
la mentira parecía ser una herramienta útil para el beneficio propio. Sin
embargo, en Cristo somos transformados. El nuevo hombre es aquel que refleja la
imagen de Dios, quien es Verdad absoluta.
La mentira no solo daña las
relaciones con los demás, sino que también debilita nuestra propia integridad.
Cuando elegimos engañar, nos apartamos de la luz de Dios y de su propósito para
nuestra vida. Sin embargo, Dios nos llama a despojarnos de esas prácticas y a
ser renovados en la verdad. Cada día es una oportunidad para crecer en su
conocimiento y conformarnos más a su imagen.
Vivir en la verdad exige
valentía. Requiere confiar en que la transparencia y la honestidad, aunque
difíciles, son el camino que Dios ha trazado para sus hijos. La verdad genera confianza,
fortalece las relaciones y nos acerca más a la comunión con Dios. No se trata
solo de evitar la mentira, sino de ser hombres y mujeres de integridad, cuyas
palabras y acciones sean reflejo de su carácter.
¿Cómo podemos practicar esta
renovación diariamente? Al elegir la honestidad en nuestras conversaciones, al
reconocer nuestras faltas con humildad, y al depender de Dios para caminar en
su verdad. Si Cristo nos ha hecho nuevos, ¿por qué aferrarnos a lo viejo?
Abracemos la verdad y permitamos
que Dios continúe su obra transformadora en nosotros.
Dios les bendiga abundantemente.
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