UN MOMENTO CON DIOS
Amor genuino hacia los demás
“El amor sea sin hipocresía. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal, en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.” (Romanos 12. 9 - 10)
El amor genuino es el
fundamento de la vida cristiana. Pablo nos exhorta a amar sin hipocresía, lo
que implica una entrega auténtica y libre de falsas pretensiones. Este amor no
es superficial ni circunstancial, sino un reflejo del carácter de Cristo en
nosotros. Es un amor que discierne entre lo bueno y lo malo, un amor que
rechaza el pecado, pero acoge al pecador con misericordia.
El llamado a amarnos con amor
fraternal subraya el vínculo especial que compartimos como miembros del cuerpo
de Cristo. No es simplemente afecto, sino un compromiso activo de búsqueda del
bienestar de los demás. Este amor se demuestra en nuestras acciones, en nuestra
paciencia y en nuestra disposición para anteponer las necesidades del prójimo a
las nuestras. Pablo nos anima a honrar y preferir a los demás, no por
obligación, sino como un reflejo de la humildad que Cristo nos modeló.
Aplicar esta enseñanza en
nuestra vida cotidiana requiere una transformación del corazón.
¿De qué manera estamos
expresando un amor sincero a quienes nos rodean? ¿Es nuestro amor selectivo o
lo extendemos incluso a quienes nos resultan difíciles? ¿Estamos honrando y
prefiriendo a los demás en nuestras relaciones?
El amor que Dios nos llama a
practicar no depende de emociones pasajeras, sino de una decisión diaria de
vivir conforme a Su voluntad. Cuando elegimos amar de manera genuina, estamos
reflejando el carácter de Dios y edificando una comunidad basada en la gracia,
la paciencia y la compasión.
Que hoy podamos vivir con un
amor auténtico, honrando a los demás y reflejando el amor transformador de
Cristo en cada interacción.
Dios les bendiga abundantemente.
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