TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Pero
sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella,
éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque
él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
Mas el que mira
atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no
siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en
lo que hace.” Santiago 1. 22 – 27
Nos
auto-engañamos cuando escuchamos la Palabra y no hacemos lo que dice, aun
sabiendo que es lo que debemos hacer, nos mentimos a nosotros mismos si hacemos
lo contrario.
El
Señor Jesús pregunta “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo
digo?” (Lucas 6.46).
Esto
no es una corrección para sentirnos acusados sino para arrepentirnos; el
verdadero cristiano le duele el pecado, se siente adolorido en su corazón tanto
por el pecado, como también por no hacer la voluntad de Dios.
Por
esto, debemos cambiar de actitud frente a la forma en que estudiamos la Biblia;
no debemos realizar un estudio solamente enfocado en ganar conocimiento si no
en lo que podemos hacer y lograr con él.
Escuchemos
cada mensaje, escudriñemos, atesoremos, dispongamos nuestro corazón para ser
transformada nuestra forma de pensar y en consecuencia nuestra forma de actuar.
No
escuchemos el mensaje del evangelio como cuando vamos a un simple acto
religioso, pensando que ya cumplimos con estar o asistir a un determinado
lugar, prestemos toda atención de tal forma que tengamos claro que al salir del
lugar, al terminar de escuchar el mensaje, queda la tarea más importante de
practicar lo que escuchamos. Solo así seremos verdaderos seguidores de Cristo.
Dios
les bendiga abundantemente.
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