TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Pero
tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de donde
has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto
a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”. Apocalipsis
2. 4 – 5
El
Señor Jesucristo dice que tiene una queja contra la iglesia. La queja era que
había dejado su primer amor.
¿Qué
quiere decir perder el primer amor? Si ya no encontramos deleite en el Señor y
no anhelamos la comunión íntima con él, y caemos fácilmente en cosas que
desagradan al Señor, hemos perdido el primer amor.
Perder el primer amor es un peligro constante para todo creyente, pues el mundo los seduce y muchos fácilmente se alejan de Dios, pierden el contacto con la iglesia y dejan de practicar las disciplinas espirituales. Un creyente pierde el primer amor cuando la oración se convierte en una costumbre, la Biblia se queda olvidada en cualquier rincón y el congregarse se torna sin interés.
Perder el primer amor es un peligro constante para todo creyente, pues el mundo los seduce y muchos fácilmente se alejan de Dios, pierden el contacto con la iglesia y dejan de practicar las disciplinas espirituales. Un creyente pierde el primer amor cuando la oración se convierte en una costumbre, la Biblia se queda olvidada en cualquier rincón y el congregarse se torna sin interés.
La
pregunta es: ¿Cómo podemos recuperar el primer amor? Es necesario recordar de
donde Dios nos sacó y el entusiasmo de nuestros primeros pasos en la fe, y
cambiar nuestra manera de actuar. Volver a mantener la comunión ininterrumpida
con Dios. Expresarnos mutuamente nuestro sentir. Es estar continuamente en
intimidad con Dios y esto lo logramos, con su Palabra, la oración y la
obediencia.
La
Biblia dice: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal
mandamiento”. (Marcos 12:30).
Dios
reclama el amor del creyente, y es Dios la persona más interesada en que la
relación funcione, en que la llama del amor cada vez sea más fuerte y más
grande.
El
amor que flaquea no es el de Dios, el amor de Dios es eterno, incondicional e
incomparable, pero el que falla es el ser humano.
Vivimos
el primer amor, cuando el Señor es nuestro primer pensamiento, cuando nuestro
corazón arde de pasión por él, cuando guardamos sus mandamientos y con todo el
corazón lo buscamos.
Nunca
abandonemos nuestro primer amor y decidamos hacer las primeras obras para el
Señor.
Dios
les bendiga abundantemente.
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