TIEMPO
DE REFLEXIÓN
Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4. 6 – 7
Cuando
tenemos ansiedad agrandamos los problemas, vivimos preocupados y con
desasosiego por cosas que nos imaginamos y de pronto nunca van a ocurrir. Qué
sabias son las palabras que Pablo escribió a los filipenses, las cuales deben
guiar nuestra vida: “Por nada estéis afanosos” y dice: piensa todo lo
verdadero, lo respetable, lo justo, lo puro, lo amable, lo que es digno de
admiración y elogio y la ansiedad se irá y vendrá una paz que sobrepasa todo
entendimiento (Filipenses 4.8 - 9). Este es un mensaje para atesorar en un
mundo que se ahoga de ansiedad.
La
Biblia nos habla de la paz de Dios. Esa paz vendrá por medio de la persona de
Cristo, que fue llamado el Príncipe de Paz. Esta paz viene al ser humano cuando
sus pecados son perdonados. Esa es la paz de la cual Jesús dijo, en Mateo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar”. Ese es el descanso de la salvación, una completa tranquilidad.
Ahora, la paz que se menciona en Filipenses 4, es una paz que sobrepasa
todo entendimiento, que supera nuestra capacidad de razonar, es esa paz que nos
permite conservar la calma en momentos de tragedia y aun consolar a los demás.
Es la presencia de Dios en nuestra vida.
La
salida a la ansiedad es muy clara: “sean conocidas vuestras peticiones delante
de Dios en toda oración y ruego”. La oración nos lleva a tener paz, aunque las
circunstancias adversas sigan igual, lo que cambia, está dentro del alma y la
mente del ser humano.
A
menudo, al enfrentarnos con momentos de ansiedad o angustia, queremos que Dios
cambie todas las circunstancias que nos rodean, queremos que se abran las
puertas cerradas pero nuestra oración debe ser: “Oh Dios, cámbiame,
transfórmame, renuévame”, y la paz de Dios vendrá a nuestra vida.
Dios
les bendiga abundantemente.
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