TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Todo
tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo
de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo
plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de
edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de
bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de
abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de
perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de
coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de
aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz”. Eclesiastés 3. 1 – 8
A
veces nos enfrascamos en la rutina diaria y pensamos que los días pasan sin
sorpresas, sin nuevas expectativas, esto nos sucede cuando perdemos el norte y
olvidamos que cada día para Dios tiene un propósito.
Nos
olvidamos de Dios, pero Él jamás se olvida de nosotros, aunque esté silencioso,
está cuidándonos en silencio. Comprendamos que “todo tiene su tiempo”, este es
el tiempo de plantar, edificar, abrazar, guardar, amar…
Si
alguna vez nos sentimos sin sentido, recordemos que nuestras vidas son de infinito
valor para Dios y que su Presencia está siempre con nosotros cuidándonos.
Descubramos
en esa relación personal e íntima que tenemos con Dios cada día, cuál es su
voluntad para nosotros, entonces sabremos que en las manos del Señor no hay
vidas estériles, hay mucho que aprender y hacer.
Cuando
dejemos de pensar un poco en nosotros mismos y coloquemos nuestra mirada en los
demás, entenderemos que cada día nos ofrece una oportunidad de servir y dar de
lo que somos y tenemos.
Es
tiempo de amar, plantar, curar, edificar… no lo desperdiciemos.
Dios
les bendiga abundantemente.
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