TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Joven
fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que
mendigue pan. En todo tiempo tiene misericordia, y presta; y su descendencia es
para bendición. Apártate del mal, y haz el bien, y vivirás para siempre. Porque
Jehová ama la rectitud, y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; más la descendencia
de los impíos será destruida”. Salmos
37. 25 – 28
Las
promesas de Dios están a nuestro alcance. Dios promete nunca dejarnos, ni
abandonarnos, promete proveer para nosotros siempre.
En
el Salmo 37 una vez más declara esta gran verdad: “porque Jehová ama
la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados, más la
descendencia de los impíos será destruida” Esto nos debe mantener firmes en el
camino de Dios, pues no hay otro plan, no hay otra opción.
David experimentó esto de una manera personal y real. Él logró ver al transcurrir su vida y su caminar con el Señor, la provisión y el cuidado de Dios diariamente. Alcanzo a ver durante su vida que aquellos que buscaban al Señor, eran aquellos que siempre experimentaban su bendición, tal como lo escribió en el Salmo 34.10, “los leoncillos necesitan, y tienen hambre; Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.”
Si aplicamos esta verdad a nuestra vida, no hay porque vivir llenos de preocupaciones, Él tiene especial cuidado de nosotros. El Señor nunca nos va olvidar, nunca nos va a desamparar, solamente hay que vivir continuamente dependiendo de Él, haciendo su voluntad. Todos nuestros días están seguros en Dios.
Apropiémonos de estas hermosas promesas y aún más nos dice en el Salmos 37.19: En épocas malas, cuando haya hambre, no pasaremos vergüenza, pues tendremos suficiente comida. Aleluya.
David experimentó esto de una manera personal y real. Él logró ver al transcurrir su vida y su caminar con el Señor, la provisión y el cuidado de Dios diariamente. Alcanzo a ver durante su vida que aquellos que buscaban al Señor, eran aquellos que siempre experimentaban su bendición, tal como lo escribió en el Salmo 34.10, “los leoncillos necesitan, y tienen hambre; Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.”
Si aplicamos esta verdad a nuestra vida, no hay porque vivir llenos de preocupaciones, Él tiene especial cuidado de nosotros. El Señor nunca nos va olvidar, nunca nos va a desamparar, solamente hay que vivir continuamente dependiendo de Él, haciendo su voluntad. Todos nuestros días están seguros en Dios.
Apropiémonos de estas hermosas promesas y aún más nos dice en el Salmos 37.19: En épocas malas, cuando haya hambre, no pasaremos vergüenza, pues tendremos suficiente comida. Aleluya.
Dios
les bendiga abundantemente.
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