TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Jesús
le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no
vieron, y creyeron.” Juan 20. 29.
“Pero
éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y
para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” Juan 20. 31
Jesús
nunca negó su naturaleza divina, todo lo que dijo e hizo, mostró claramente que
no era sólo un simple hombre, era también Dios.
Juan
declara específicamente el propósito que tuvo al escribir el evangelio y más
que una biografía es una argumentación que demuestra que Jesús es el Hijo de
Dios. Todas las señales sobrenaturales que hizo, muestran la naturaleza única
de Jesús.
Jesús se negó muchas veces a hacer milagros para atraer la atención de las personas, para lucirse o deslumbrar a los que lo veían, le interesaba más bien dejar lecciones concretas que enseñaran algo acerca de Él.
Jesús se negó muchas veces a hacer milagros para atraer la atención de las personas, para lucirse o deslumbrar a los que lo veían, le interesaba más bien dejar lecciones concretas que enseñaran algo acerca de Él.
Muchas
personas hoy niegan a Cristo como el Hijo de Dios, lo consideran solo un
maestro, o quizás un loco que se atrevió a desafiar a los religiosos de su
época.
La Palabra de Dios nos dice: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron.” Hay que creer, de lo contrario estamos sin Cristo, sin esperanza y sin gozo.
La Palabra de Dios nos dice: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron.” Hay que creer, de lo contrario estamos sin Cristo, sin esperanza y sin gozo.
A
Tomás, el discípulo de Jesús, le costó creer, luego al encontrarse con Cristo resucitado
se avergonzó de su incredulidad y dijo: “Señor mío, Dios mío”.
El
Espíritu Santo que mora en nosotros, da testimonio de su Presencia en nuestra
vida. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios.” Romanos 8.16.
Estudiemos
su Palabra, porque ella nos revelará a Jesús en toda su plenitud. “Escudriñad
las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna;
y ellas son las que dan testimonio de mí.” Juan 5.39.
Dios
les bendiga abundantemente.
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