miércoles, 26 de febrero de 2020

Tiempo... Romanos 6. 23




TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”  Romanos 6. 23



Dios nos libró de un destino de muerte. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.” Romanos 8. 8 – 11.
El Señor con su muerte en la cruz nos ha declarado inocentes de nuestro pecado cuando dice en Romanos 8.1: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Tenemos que entender que este acto fue totalmente obra del amor de Dios, al enviar a su Hijo al mundo.
Sólo Jesús pudo quitar el pecado con su sacrificio en el calvario ya que el ser humano no puede salvarse a sí mismo. Porque Dios quiso salvarnos de ese castigo proveyó la única salida: el sacrificio perfecto de su Hijo.
Este acto de amor y misericordia nos permitió acercarnos a Dios como hombres y mujeres, limpios, puros y santos.
Esto no tiene nada que ver con algo que hayamos hecho; sino con el derramamiento de la sangre de Jesús. Es por eso que podemos decir que hemos sido “lavados en la sangre” que es la única manera de quitar la mancha del pecado.
Al ser justificados, o sea declarados inocentes, podemos estar en la presencia del Dios Santo y Perfecto, porque Él nos ve ahora lavados con la sangre de su Hijo; la pena por todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros ha sido ya pagada; ahora nos ve también como sus hijos.
El saber que nunca enfrentaremos la condenación debe motivarnos a tener una relación personal de amor, sincera y continua con Él.
Dios les bendiga abundantemente.

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