domingo, 5 de abril de 2020

LO QUE DEBEMOS CONOCER



LO QUE DEBEMOS CONOCER
El cristiano en tiempos peligrosos

“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.” (2 Timoteo 3.1)

¿Cuál ha de ser el carácter de un hombre de Dios en nuestros días?
Los nuestros son días difíciles y aún más peligrosos, por lo cual es preciso estar atentos a las correcciones del Espíritu Santo, y velar.
Hay características que debe de tener todo cristiano, sobre todo en nuestros días: visión espiritual, una fe personal, consagración a Dios, sujeción a otros siervos de Dios, lealtad a la verdad, aceptación de la cruz sobre su alma, y discernimiento espiritual. Sólo si estamos convenientemente preparados, estos recursos espirituales podrán dar la buena batalla, y habiendo acabado todo, estar aún firme.
«Más tú, oh hombre de Dios… pelea la buena batalla de la fe.» (1 Timoteo 6.11-12). «…A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.» (2 Timoteo 3.17)
Al examinar la historia de la fe, encontramos una galería de hombres fieles, que en su respectivo tiempo y circunstancias, sostuvieron el testimonio de Dios. Hombres que perfectamente podrían continuar la gloriosa lista de Hebreos capítulo 11. Para ellos está reservado, sin duda, un grande galardón en los cielos.
El ejemplo de Pablo, sin duda, Pablo de Tarso quien ha estimulado más a las decenas de generaciones que han vivido desde sus días hasta hoy, a imitarlo. Su invitación: «Sed imitadores de mí» no ha caído en tierra (1 Corintios 11.1; Filipenses 3.17, 1 Tesalonicenses 1.6)
De Pablo de Tarso podemos decir que es el más destacado de los cristianos de todas las épocas. Es el apóstol por excelencia. Su figura destaca nítida entre todas las demás. Su obra y sus enseñanzas son ejemplares e inspiradas por Dios, como todo lo que está en su Santa Palabra.
Él vivió en el siglo I de nuestra era, y su misión fue la más alta que le cupo a un siervo en la actual dispensación: dar a conocer el misterio que estuvo escondido en Dios desde los siglos y edades: que los gentiles son llamados a participar de las bendiciones de Dios, de la salvación en Cristo Jesús, «quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.» (Tito 2.14)
Dios les bendiga abundantemente.

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