jueves, 6 de febrero de 2020

Tiempo... Salmos 29. 2



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad”.  Salmos 29. 2


La humanidad entera fue creada para adorar a Dios, pero desafortunadamente el ser humano se centra en sí mismo y termina adorando a cualquier persona o cosa, menos a Dios.
La pregunta es: ¿Cuál es la adoración que agrada a Dios?
Veamos a David llamado “el dulce cantor de Israel” era un hombre con un corazón conforme al corazón de Dios, enamorado y apasionado por Dios. Observamos la profunda relación entre la adoración y el mover del Espíritu Santo, entre el amor a Dios y la adoración genuina.
Dios mismo dio testimonio de cuanto amaba a David, lo puso como rey de Israel; Jesús es llamado “hijo de David”; su nombre: David significa “amado” “bien amado”, era un hombre con una íntima y profunda relación con Dios. Los últimos salmos son escritos cuando David era un anciano y cada uno es una invitación a alabar y adorar a Dios, con un amor profundo.
En los salmos podemos ver a David viviendo muchas experiencias, acercándose a Dios para agradecer, para adorar, para pedir ayuda, para pedir perdón y a pesar de sus muchos errores, tuvo la virtud de humillarse ante el Señor y someterse a su corrección.
La Biblia dice: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”. (Juan 4.23).
Dios está buscando adoradores, hombres y mujeres que levanten su voz en alabanza y adoración, como David lo hacía, apasionado por Dios, buscando su rostro en la intimidad, en lo secreto, y guiando a otros a su presencia.
Dios honra a quienes le honran, por tanto engrandece a Dios y Él nos dará lugares de bendición y privilegio en la tierra, pero siempre tengamos presente: Él es el más importante, Él es la razón de nuestra adoración.
Dios les bendiga abundantemente.

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