TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Más
yo a ti he clamado, oh Jehová, Y de mañana mi oración se presentará delante de
ti”. Salmo 88.13
Todas nuestras seguridades se ponen en juego en medio de las tormentas de la vida. Cuando vienen las crisis somos como un bote sin remos.
Perdemos
la dirección y el rumbo. Nos sentimos vulnerables a nuestro entorno y nuestras
emociones nos invaden con pensamientos fatalistas, de desánimo y temor.
Intentamos controlarlo, pero la ansiedad puede más y carecemos de entendimiento
para comprender y aceptar lo que nos sucede. Nos llenamos de preguntas que no
encuentran respuestas y comparamos nuestra experiencia con otros, sólo para
quedar luego en desventaja.
Quizá
en medio de la desesperación aparecen ofertas baratas de soluciones positivistas
que nos encandilan pero que no nos resuelven los problemas. O recibimos, entre
otras, palabras tales como “todo tiene un propósito” o “¡tranquilo, que todo
pasa!” Y lo cierto es que si bien esas palabras son en parte ciertas, en medio
de los problemas no podemos recibirlas tan benignamente.
Muchos personajes de la Biblia han estado en situaciones como éstas. Es el caso de un músico, cantor de la corte del rey David. En el Salmo número 88 describe su estado. Se sentía tan agobiado que hasta vivir le resultaba una carga inmensa. Todo se le había tornado oscuro.
Muchos personajes de la Biblia han estado en situaciones como éstas. Es el caso de un músico, cantor de la corte del rey David. En el Salmo número 88 describe su estado. Se sentía tan agobiado que hasta vivir le resultaba una carga inmensa. Todo se le había tornado oscuro.
Sus
amigos lo habían abandonado. Se encontraba solo y sintiéndose como muerto. Se
percibía aislado, afligido, abandonado, encerrado en su pena y olvidado por
Dios. Su poesía revela que sus saberes teológicos no bastan a la hora de
intentar entender a Dios en esa experiencia.
Quizá
también hayamos pasado o estemos siendo protagonista de una historia como esta.
Puede que vengan a nuestra mente ideas absolutas que no pueden, ni llegan a
agotar una respuesta que nos conforme. Nos sentimos frágiles en todos los
aspectos de la vida y necesitamos paz para sentirnos vivos otra vez.
Sabemos
que Dios todo lo puede, pero nosotros sentimos que no podemos nada. Al igual
que este músico, nos queda esperar la respuesta liberadora en una continua
relación que se vuelve vital con Él en medio del sufrimiento.
Cuando
salimos de la tormenta no somos la misma persona que entró en ella. Quizá de
eso se traten las tormentas.
Dios
les bendiga abundantemente.
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