TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Pero
tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu
hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque
escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda
rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno
de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los
unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al
hermano”.Romanos
14. 10 – 13.
Que
maravilloso es el amor de Dios, y que interés genuino tiene por el ser humano.
Esto es tan así, que reprende a aquellos que Pablo llama fuertes, por
menospreciar a aquellos que son llamados débiles. La razón por la cual se
produce la advertencia, es el hecho, de que más allá, de quien tiene la razón
en cuestiones, de comidas, bebidas, o días de fiesta, el resultado es que
algunos son contristados, y según se desprende del pasaje, la tristeza es tan
grande, que pueden llegar a dar un paso atrás en su fe.
Frente
a esta posibilidad, Dios advierte seriamente a los creyentes, para que cesen en
sus luchas internas por cosas que no son esenciales, y recuerden que todos se
iban a presentar delante del tribunal de Cristo, todos iban a doblar sus
rodillas delante del Señor y aquel, quien es el único autorizado para juzgar
entre lo que está bien o está mal delante de Dios.
En
el Apocalipsis, Dios prohíbe muy claramente, que no debemos agregar, ni quitar
enseñanzas, de la Palabra de Dios.
Pero
lamentablemente, los hombres son expertos en utilizar leyes, que no están
escritas, pero que todos conocen, para señalar a otros y ejercer juicios sobre
los mismos.
Estas
actitudes, demuestran hasta qué punto la humanidad le ha creído a Satanás,
cuando le dijo en el huerto, “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que
comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el
bien y el mal”.
Cuando
el hombre puede levantarse con tanta autoridad y tanta frescura, para juzgar a
otros, en realidad se está poniendo en lugar de Dios, lo cual lo pone en un
lugar muy riesgoso, dado que Dios es muy
claro en que Él es el único Dios, y que nosotros somos tan solo criaturas
redimidas, y adoptadas como hijos.
Recuerdo
el comentario de un hermano nuevo en una iglesia; el mismo se asombró cuando
entró en la iglesia y vio que la mayoría estaba en remeras o camisas, y dijo,
¿qué pasó?, yo vine hace varios años, cargado de problemas matrimoniales,
económicos y de toda índole, pero el hermano que estaba en la puerta no me dejó
entrar porque yo venía sin corbata, diciéndome, “A la casa del Señor no se
entra sin corbata”, Hoy cuando entré no tuve ningún problema, pero ahora estoy
separado, he perdido mi familia, estoy gravemente enfermo, porque he estado
varios años en la droga, económicamente estoy en la ruina, ahora ya lo he
perdido todo.
Si
en realidad era así, porque no me dejaron entrar hace varios años atrás, cuando
todavía tenía mi familia, mi casa y mi salud. Luego de decir esto, se largó a
llorar, con una profunda tristeza.
Cuantas
interpretaciones personales han dejado fuera a tantos hermanos que sinceramente
se han acercado al Señor.
Cuantas
explicaciones vamos a tener que dar cuando lleguemos. Recapacitemos a tiempo,
muchos lo van a agradecer.
Dios
les bendiga abundantemente.
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