lunes, 6 de julio de 2020

Tiempo... Mateo 6. 25



TIEMPO DE REFLEXIÓN

 “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” (Mateo 6.25)


El ojo simple es el que se fija en un solo objeto. Ese objeto, “ese tesoro” para el creyente, es Cristo. Lo contemplamos “a cara descubierta” en la Palabra y esa visión ilumina todo nuestro ser interior. (2 Corintios 3.18).
Nuestro corazón no puede encontrarse a la vez en el cielo y en la tierra. Querer  un tesoro celestial y, al mismo tiempo, atesorar riquezas para este mundo son dos cosas absolutamente incompatibles. Tampoco es posible servir a más de un solo señor.
Pero si renunciáramos a las riquezas, ¿No nos expondríamos a privaciones, o por lo menos al riesgo de carecer de lo necesario para nuestra vida?
El señor nos da una buena respuesta para esta duda: “Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?” (vers. 25).
Abramos nuestros ojos y observemos en la naturaleza, este ejemplo tan sencillo pero tan genuino que nos presenta el Señor. Los innumerables pequeños testigos que hay en la creación de DIOS de la conmovedora bondad del padre Celestial, las flores, las aves, los insectos, y la consecuente provisión que vez tras vez reciben sin pedirlo.
¡DIOS no será deudor de ninguno de sus hijos que le dé el primer lugar en su vida y lo busque de todo corazón! 
Dios les bendiga abundantemente.

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