sábado, 11 de julio de 2020

Tiempo... 2 Corintios 1. 3 - 5



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación”. (2 Corintios 1. 3 – 5)


Dios es el Dios de toda consolación. Es el primero que nos trae consuelo y nos conforta.
Cuando otra persona nos consuela, el consuelo es pasajero, es momentáneo. Pero cuando Dios mismo nos consuela, el consuelo es profundo y permanente. Buscar el consuelo de Dios nos trae esperanza.
Consuelo y esperanza van de la mano. Si Dios me consuela, puedo mirar para adelante y creer que las cosas pueden cambiar. Si creo que las cosas pueden cambiar, recibo consuelo en esa certeza.
Todo esto tiene un propósito: que nosotros también podamos consolar a otros desde el consuelo del Señor. Si sufrimos es para que Dios nos consuele, y si nos consuela es para que nosotros también consolemos a otros.
Lo importante de todo esto es que Cristo es nuestro consuelo. Nadie más. Podemos por supuesto buscar consuelo en las personas, pero primero deberíamos buscarlo en Cristo, sino nuestro consuelo va a ser incompleto.
Si consuelo desde la lógica humana, estoy también consolando de manera incompleta. El consuelo se trata de Dios derramando su gracia sobre nosotros a través de Cristo Jesús, su provisión de paz para nuestro interior.
Así se manifiesta la gracia en este caso. Su gracia es el consuelo. De la misma manera, es la gracia de Dios, que recibo por medio de Cristo, la que debería conducir nuestras decisiones y nuestros pensamientos para evitarnos la mayor cantidad posible de sufrimientos.
Es Cristo el que tiene que ser nuestra sabiduría. La sabiduría humana se basa en las apariencias, pero la de Dios se basa en Cristo.
Dios les bendiga abundantemente.

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