TIEMPO
DE REFLEXIÓN
Juan
11. 1 – 45.
Si
en este momento recibieras el llamado de alguien que te dice que un amigo está
muy enfermo a punto casi de morir, ¿Qué harías?
Seguramente,
adonde estés, lo primero sería hacer una oración por él, y en lo posible tratar
de ir a verlo para estar cerca de ese querido amigo.
Pero
aquí, Jesús nos sorprende con su actitud. Uno de sus amigos llamado Lázaro, de
la ciudad de Betania, estaba enfermo.
Jesús
amaba mucho a Lázaro, pero al enterarse de su enfermedad se queda dos días más
en el lugar donde estaba parando.
Los
discípulos no podían entender su actitud y estaban preocupados por la respuesta
que les había dado su maestro: “Lázaro ha muerto; y me alegro por ustedes de no
haber estado allí, para que creáis, más vamos a él”. (vs. 14 - 15).
¿Qué
quería decir Jesús con sus palabras? Los discípulos no encontraban respuesta a
esta pregunta.
Más
aún cuando al llegar a la ciudad se encontraron que Lázaro hacia cuatro días
que había muerto y lo habían enterrado.
¿Alguna
vez sentiste que tus oraciones no fueron contestadas a tiempo, que las cosas se
ponen peor y que lo ha pasado parece irreversible?
En
este relato parecería que sí, los discípulos preocupados por lo que veían con
sus ojos naturales no podían ver que ahí con ellos estaba el gran Yo Soy.
Marta
y María, las hermanas de Lázaro, se habían animado a reclamarle a Jesús,
diciéndole “Si hubieses estado aquí, mi hermano no hubiera muerto”. (vs. 21 y
32).
Jesús, aún conmovido por la triste situación,
y ante la tumba de su amigo, da una orden más inexplicable aún, “Quitad la
piedra”, “¡Lázaro sal fuera!”. (vs. 39 y 43).
Y
todos los que hasta hace instantes lloraban por su amigo muerto, son
protagonistas del maravilloso milagro de la resurrección de Lázaro.
Cuando
miras tu problema, ¿cuántas veces piensas que ya es tarde? No dudes más, mira a
Jesús, él te dice: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de DIOS?” (v.
40).
Él
nunca llega tarde, solo cree.
DIOS
les bendiga abundantemente.
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