LO
QUE DEBEMOS CONOCER
Un
nuevo nacimiento
El
nacimiento espiritual es muy semejante al nacimiento físico. El nacimiento
físico nos da un ejemplo perfecto de la salvación, y como todos lo hemos
experimentado, podemos relacionarnos con los diferentes aspectos del mismo. El
Evangelio de Juan nos da una enseñanza muy clara sobre este nacimiento:
“Y
había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un gobernante de los
judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: -Rabí, sabemos que has venido de
Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, a menos
que Dios esté con él. Respondió Jesús y le dijo: -De cierto, de cierto te digo
que a menos que uno nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le
dijo: -¿Cómo puede nacer un hombre si ya es viejo? ¿Puede acaso entrar por
segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús: -De cierto, de
cierto te digo que a menos que uno nazca de agua y del Espíritu, no puede
entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es; y lo que ha
nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: ‘Os es
necesario nacer de nuevo” (Juan 3.1-7)
En
este pasaje Jesús estaba hablando con un religioso llamado Nicodemo, que quería
indagar sobre los milagros.
Jesús
le dijo que para poder entender los milagros era necesario que él mismo llegara
a ser un ‘milagro. Necesitaba nacer de nuevo. Nicodemo le preguntó a Jesús al
respecto, y en su respuesta Jesús le mostró algunas cosas que todos necesitamos
entender sobre el nuevo nacimiento para tener una plena seguridad.
En
un nacimiento ocurre una concepción. Jesús dice que nacemos de agua y del
Espíritu para entrar en el reino de Dios (v. 5). El agua habla de la Palabra de
Dios, y el Espíritu se refiere al Espíritu de Dios. Cuando el Espíritu y la
Palabra de Dios se unen en el útero de la fe, sucede una maravillosa
concepción.
Esto
no sucederá sin nuestro consentimiento. Nosotros debemos proporcionar el útero
de la fe. En un nacimiento hay una continuación. La vida física imparte vida
física, y la vida espiritual imparte vida espiritual (v.6). “Para santificarla,
habiéndola purificado en el levantamiento del agua por la palabra” (Efesios
5:26). “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por
la palabra de Dios que Vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1.23).
Los
padres no fabrican bebés en el verdadero sentido de la palabra. Ellos
transfieren la vida que les ha sido dada. La vida se transmite. De igual manera
en el nuevo nacimiento la vida de Dios se nos transfiere.
El
significado literal del término «nacer de nuevo» es “nacer de arriba”. La
salvación no sólo implica sacar al hombre de la tierra y ponerlo en el cielo,
sino también que Dios sale del cielo y entra en el hombre a través de su Espíritu.
En un nacimiento se produce un carácter.
En
la carne, recibimos la naturaleza de nuestros padres carnales. Cuando el
Espíritu y la Palabra de Dios crean en nosotros algo sobrenatural, recibimos el
carácter de un nuevo ser con naturaleza divina.
Los
cristianos no somos sencillamente personas buenas; somos nuevas criaturas.
Un
nacimiento es una experiencia única y definitiva en el reino natural y también
en el espiritual. Cuando un bebé nace en la sociedad terrenal, se hace un
registro. En el cielo se escribe un nuevo nombre en la gloria. Esto habla de un
hecho terminado. Es importante que entendamos esto porque nadie puede jamás
existir sin haber nacido. Incluso cuando el cuerpo de alguien deja de existir,
el espíritu pasa sin límite de tiempo, sin fecha y sin medida, a la eternidad.
Un nacimiento tiene un comienzo. Un nacimiento es un punto de partida.
Dios
les bendiga abundantemente.
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