viernes, 13 de marzo de 2020

LO QUE DEBEMOS CONOCER



LO QUE DEBEMOS CONOCER
La prueba de la confianza

“El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo” (1 Juan 5.10). Esta es la mayor y más fuerte prueba, y todas las demás parten de esta.

La convicción bíblica (confianza) no es sólo un ejercicio intelectual. No creemos acerca de Jesús, creemos en Jesús. Podemos creer que un avión puede volar, pero confía en él cuando sube a bordo?
Confianza es más que aceptar intelectualmente algunos hechos que nos salvan. Observemos también que este versículo está en tiempo presente. No dice: “El que ha creído”. Dice: “El que cree”. Nuestra confianza siempre debe estar en tiempo presente.
La Biblia nunca se enfoca en algún suceso del pasado en el que hayamos creído en Jesucristo. Siempre trata con nuestra confianza presente. Es interesante cómo mucha gente quiere volver a un evento del pasado. Algunos incluso dicen: “Si usted no puede mostrarme el sitio y decirme el momento cuando recibió a Jesucristo como su Salvador personal, entonces no es salvo”.
Pero en esto hay un error: No es bíblico y por lo tanto no es así. La Biblia nunca dice que sabremos que somos salvos por algo que recordemos del pasado. Dice: “El que cree” (tiempo presente); así de sencillo.
Si estamos creyendo, entonces hubo un momento en que verdaderamente creímos.
La pregunta es: ¿Estamos creyendo en Jesús ahora? Algunos creyentes verdaderos se preocupan porque no recuerdan el momento exacto como otros lo recuerdan. Otros han tenido experiencias extraordinarias cuando se volvieron del pecado y pusieron su fe en Cristo. Otros crecieron en una familia cristiana y así fueron criados hasta que algún día entendieron que confiaban en Jesús como su Señor y Salvador.
Esto no quiere decir que fueron medio salvos, después un poco más salvos y luego completamente salvos. Nadie es medio salvo. Ser medio salvo es estar totalmente perdido. Hubo un momento en el que esa persona llegó a la fe salvadora, pero puede que no logre precisar ese momento en particular como otros.         
Si estamos confiando en Jesús ahora es porque sí confiamos en Jesús. La prueba real no es si recordamos el momento o el lugar, sino que en este momento estemos poniendo nuestra confianza en el Señor Jesucristo.
“El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo…” (1 Juan 5.10).
El testimonio del Espíritu no es un sentimiento emocional. Las emociones son la parte superficial de nuestra naturaleza. La salvación es la obra más profunda de Dios. Él no hará la obra más profunda en la parte más superficial. El testigo es el Espíritu Santo quien dice a nuestro espíritu humano con una confiada calma que pertenecemos a Jesucristo.
Es una percepción interna en quienes hemos sido salvos, por la cual sabemos que lo somos. Un verdadero creyente con este testimonio nunca queda a merced de un incrédulo con argumentos.
Dios les bendiga abundantemente.

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