LO
QUE DEBEMOS CONOCER
El
pecado enferma el cuerpo
El
pecado, sin arrepentimiento, puede hacer que nuestro cuerpo realmente se
enferme.
Veamos
de nuevo el versículo 8 del Salmo 51: “Hazme oír gozo y alegría, y se
regocijarán estos huesos que has quebrantado”.
David
no tiene una fractura, pero habla de huesos rotos. Está usando una figura
literaria. Hoy nosotros hacemos lo mismo. Alguna vez hemos dicho: “me aplastó”.
Bien,
¿qué quiere decir? No significa que alguien nos puso en un compresor de basura,
sino que fuimos estrujados, que se ejerció presión sobre nosotros.
Y
David está diciendo algo como: “Dios, me estás oprimiendo. Hazme oír gozo y
alegría para que los huesos que has roto se puedan regocijar”.
A
veces tenemos la idea de que si pecamos, Dios sencillamente nos va a expulsar.
¡Oh, no!, él no nos echa fuera, pero sí nos oprime con más fuerza. Dios estaba
ejerciendo presión sobre David, y por eso David expresa esas palabras ante el
Señor.
Esa
era una de las maneras cómo podía saber que era salvo. Dios no lo iba a dejar
ir debido al pecado que había en su vida, sino que sencillamente lo apretó más
fuerte.
¿Por
cuánto tiempo puede alguien soportar esa presión en su vida sin que su cuerpo
se afecte?
En
Proverbios 17.22, la Biblia dice: “El corazón alegre mejora la salud, pero un
espíritu abatido seca los huesos”. Así como el gozo es medicinal, el
abatimiento es venenoso.
Vemos
que David se encuentra bajo una terrible presión. Cuando una persona está bajo
presión psicológica y espiritual, su cuerpo se puede ver afectado. A eso lo
llamamos “enfermedad psicosomática”.
Psique
quiere decir «mente»; soma «cuerpo». La mente hace que el cuerpo se enferme,
incluso por causa de cosas muy comunes. ¿Hay aspirinas? No.
El
cuerpo reacciona con el corazón, la mente y el espíritu. Somos una unidad.
Estamos relacionados unos con otros.
Cuando
leemos otros salmos, parece como si David realmente estuviera físicamente
enfermo. Era resultado directo de su pecado.
En 1
Corintios 11.30, Pablo exhorta a los corintios por haber actuado
irreverentemente en la Cena del Señor. Él dice: “Por eso hay entre vosotros
muchos enfermos y debilitados, y muchos duermen”. Se refería a que estaban
muertos debido al pecado en su vida. El pecado enferma el cuerpo. El corazón
alegre y el gozo del Señor son una medicina maravillosa.
La
Biblia dice:”…el gozo de Jehovah es vuestra fortaleza” (Nehemías 8.10). Cuando
estamos felices en Jesús, dormimos mejor. Cuando estamos alegres, digerimos
mejor la comida, porque hay gozo en el Señor.
Las
personas salvas, que no tienen comunión con Dios, son irritables, abusivas y
difíciles de tratar. Tienen un espíritu amargado y nada les agrada.
Cuando
la gente está reincidiendo en pecado, deja de poner su mirada en el Señor y
empieza a ponerla en los errores de aquellos por quienes Jesús murió. Y
David tenía un espíritu crítico. Su
espíritu estaba contaminado.
Dios
les bendiga abundantemente.
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