jueves, 19 de marzo de 2020

LO QUE DEBEMOS CONOCER



LO QUE DEBEMOS CONOCER
El pecado enferma el cuerpo
         
El pecado, sin arrepentimiento, puede hacer que nuestro cuerpo realmente se enferme.
Veamos de nuevo el versículo 8 del Salmo 51: “Hazme oír gozo y alegría, y se regocijarán estos huesos que has quebrantado”.

David no tiene una fractura, pero habla de huesos rotos. Está usando una figura literaria. Hoy nosotros hacemos lo mismo. Alguna vez hemos dicho: “me aplastó”.
Bien, ¿qué quiere decir? No significa que alguien nos puso en un compresor de basura, sino que fuimos estrujados, que se ejerció presión sobre nosotros.
Y David está diciendo algo como: “Dios, me estás oprimiendo. Hazme oír gozo y alegría para que los huesos que has roto se puedan regocijar”.
A veces tenemos la idea de que si pecamos, Dios sencillamente nos va a expulsar. ¡Oh, no!, él no nos echa fuera, pero sí nos oprime con más fuerza. Dios estaba ejerciendo presión sobre David, y por eso David expresa esas palabras ante el Señor.
Esa era una de las maneras cómo podía saber que era salvo. Dios no lo iba a dejar ir debido al pecado que había en su vida, sino que sencillamente lo apretó más fuerte.
¿Por cuánto tiempo puede alguien soportar esa presión en su vida sin que su cuerpo se afecte?
En Proverbios 17.22, la Biblia dice: “El corazón alegre mejora la salud, pero un espíritu abatido seca los huesos”. Así como el gozo es medicinal, el abatimiento es venenoso.
Vemos que David se encuentra bajo una terrible presión. Cuando una persona está bajo presión psicológica y espiritual, su cuerpo se puede ver afectado. A eso lo llamamos “enfermedad psicosomática”.
Psique quiere decir «mente»; soma «cuerpo». La mente hace que el cuerpo se enferme, incluso por causa de cosas muy comunes. ¿Hay aspirinas? No.
El cuerpo reacciona con el corazón, la mente y el espíritu. Somos una unidad. Estamos relacionados unos con otros.
Cuando leemos otros salmos, parece como si David realmente estuviera físicamente enfermo. Era resultado directo de su pecado.
En 1 Corintios 11.30, Pablo exhorta a los corintios por haber actuado irreverentemente en la Cena del Señor. Él dice: “Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y debilitados, y muchos duermen”. Se refería a que estaban muertos debido al pecado en su vida. El pecado enferma el cuerpo. El corazón alegre y el gozo del Señor son una medicina maravillosa.
La Biblia dice:”…el gozo de Jehovah es vuestra fortaleza” (Nehemías 8.10). Cuando estamos felices en Jesús, dormimos mejor. Cuando estamos alegres, digerimos mejor la comida, porque hay gozo en el Señor.
Las personas salvas, que no tienen comunión con Dios, son irritables, abusivas y difíciles de tratar. Tienen un espíritu amargado y nada les agrada.
Cuando la gente está reincidiendo en pecado, deja de poner su mirada en el Señor y empieza a ponerla en los errores de aquellos por quienes Jesús murió. Y David  tenía un espíritu crítico. Su espíritu estaba contaminado.
Dios les bendiga abundantemente.

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