LO
QUE DEBEMOS CONOCER
Acerca
de la Seguridad Eterna
“Mis
ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen. Yo les doy vida eterna, y no
perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las ha
dado, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre”. Juan
10.27 – 29
Ser
salvo, saber que somos salvos y saber que nunca jamás se puede perder la
salvación es una maravillosa realidad; podemos tener absoluta seguridad de que
somos salvos y saber que nunca perderemos la salvación.
A
veces se ve la seguridad eterna como una doctrina denominacional, pero vayamos
más allá de eso. Lo que una denominación crea no hace ninguna diferencia si tal
creencia no está basada en la Biblia. Vamos a ver lo que la Biblia dice
respecto a la seguridad eterna. Si la Biblia lo dice tenemos que creerlo, pero
si la Biblia no lo dice, entonces no tenemos ninguna autoridad para creerlo. La
doctrina de la seguridad eterna no es incidental, es absolutamente fundamental
para la vida cristiana por muchas razones.
Primero,
por salud espiritual, necesitamos tener esta seguridad.
¿Podemos
imaginarnos a un niño que no sabe si de un día para otro dejará de ser parte de
su familia? Quizás por haberse portado mal y desobedecer, un día deja de ser
miembro de la familia. Luego, después de varias semanas, se arrepiente; cómo se
porta bien, lo reciben de nuevo en la familia.
Dios
es el que nos salva. La salvación es obra de Dios, no es «hágalo usted mismo».
¿Quién comenzó en nosotros la buena obra? ¡El Espíritu Santo de Dios! Él fue el
que nos convenció.
En
Filipenses 1.6, el apóstol Pablo dice: «estando convencido de esto: que el
que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará…». Pablo estaba
seguro de que lo que Dios empieza, lo termina.
“Nosotros
amamos, porque él nos amó primero” (1 Juan 4.19). Él no sólo es quien convence,
también es el que convierte. Él fue quien abrió nuestro entendimiento y proveyó
la salvación a través de Jesucristo para que todo el que crea tenga vida eterna
y la plena seguridad de ella.
Dios
les bendiga abundantemente.
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