LO
QUE DEBEMOS CONOCER
La
fuente de la tentación
¿De
dónde viene la tentación? Viene de una de estas tres fuentes: el mundo, la
carne o el diablo.
Básicamente
todos somos tentados de la misma manera, ya sea por el mundo, la carne o el
diablo.
1) El enemigo externo: el mundo “No
améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el
amor del Padre no está en él” (1 Juan 2.15).
El
mundo es el enemigo de afuera. Cuando decimos el mundo, no estamos hablando del
planeta Tierra. El planeta Tierra no es malo. Dios creó este mundo. Así que
cuando la Biblia dice: “No améis al mundo”, no está hablando del planeta.
Cuando
Dios creó el mundo natural, dijo “Es bueno”. Cuando la Biblia dice “el mundo”,
no estamos hablando de la naturaleza, ni de la gente. No debemos amar al mundo,
pero debemos amar a las personas.
El
mundo al que se refiere es un sistema. La palabra que se traduce como mundo es
la palabra griega cosmos, que significa “un sistema, un orden de cosas”.
“Si
alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2:15). «No
os conforméis a este mundo…» (Romanos 12:2). “¡Gente adúltera! ¿No sabéis que
la amistad con el mundo es enemistad con Dios?…” (Santiago 4:4).
Todos
estos versículos usan la palabra mundo en un sentido diferente; no hablan del
planeta, ni de la gente, sino de un sistema, un orden de cosas.
El
mundo no tiene que ser horroroso.
Es
simplemente un orden de cosas, un sistema de cosas que son contrarias a Dios y
sus caminos.
2) La carne: el enemigo interior “Ahora
bien, las obras de la carne son evidentes. Estas son: fornicación, impureza,
desenfreno, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, ira,
contiendas, disensiones, partidismos, envidia, borracheras, orgías y cosas
semejantes a éstas, de las cuales os advierto, como ya lo hice antes, que los
que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5.19 - 21).
En
este pasaje al decir «carne», la Biblia no se refiere a la piel, el cabello,
los nervios. No habla de cuerpos físicos; nuestro cuerpo físico no es malo.
En
Romanos 12.1 dice que debemos presentar nuestro cuerpo al Señor como un
sacrificio vivo; 1 Corintios 6.19 dice que nuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo.
Nuestro
cuerpo no es malo, Dios hizo nuestro cuerpo y es para ser presentado a él como
un templo. La Biblia usa la palabra carne refiriéndose a la predisposición que
tenemos a pecar, la vieja naturaleza adámica que recibimos de nuestros padres.
¿De dónde la obtuvieron ellos? De sus padres. ¿Y ellos de dónde la obtuvieron?
¡De Adán!
Dentro
de todos nosotros hay un enemigo llamado carne, la vieja naturaleza de pecado.
Está
presente en todos nosotros. Efesios 2.3 dice: “por naturaleza
[nosotros] éramos hijos de ira”.
Todos
tenemos un enemigo interior, que se llama carne.
3) A algunos les gusta decir: “El diablo me
obligó a hacerlo”. Si el diablo se evaporara, seguiríamos pecando.
Aunque
el diablo es nuestro enemigo, no debemos darle más poder del que tiene, podemos
resistir a él y tendrá que huir. “ni deis
lugar al diablo”. (Efesios 4.27).
“Someteos, pues, a Dios; resistid al
diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4.7).
Dios les bendiga abundantemente.
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