UN MOMENTO CON DIOS
Un camino nuevo y vivo
“Hermanos, ahora podemos entrar con toda libertad en el santuario gracias a la sangre de Jesús, siguiendo el nuevo camino de vida que él nos abrió a través del velo, es decir, a través de su propio cuerpo. Tenemos un gran sacerdote al frente de la casa de Dios.
Por eso, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con una fe completamente segura, limpios nuestros corazones de mala conciencia y lavados nuestros cuerpos con agua pura. Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que profesamos, porque Dios cumplirá la promesa que nos ha hecho.” (Hebreos 10. 19 – 23)¿Hemos considerado alguna vez
el privilegio tan grande que es vivir en la era posterior a la cruz? Hoy,
todo creyente tiene acceso inmediato a Dios por medio de Su Hijo Jesucristo. No
necesitamos practicar ningún rito religioso antes de acercarnos en oración a
ÉL. Siempre podemos pedirle que nos perdone y ayude.
En el Antiguo Testamento, la
ley señalaba quién podía acercarse al Señor, y cómo debía hacerse. El área del
templo estaba dividida en un patio, una cámara interior llamada Lugar Santo y
la cámara más interna llamada Lugar Santísimo. Cualquier israelita podía ir al
templo a orar a Dios o traer una ofrenda, pero solo los sacerdotes podían
sacrificar animales en el altar o quemar incienso en el Lugar Santo. Al Lugar
Santísimo se entraba una vez al año, y sólo podía hacerlo el sumo sacerdote
para ofrecer sangre por sus propios pecados y por los de la nación.
Cuando Jesucristo murió en la
cruz del Calvario, la cortina que estaba frente al Lugar Santísimo se rasgó de
arriba abajo. Dios abrió un camino nuevo y vivo para acercarse a ÉL: por medio
de la sangre de su Hijo. Cuando ponemos la fe en Cristo y en Su sacrificio por
nosotros, el Señor nos limpia de todo pecado y nos invita a acercarnos a ÉL.
El camino al Padre Celestial
está abierto, pero ¿estamos acercándonos a ÉL? Incluso los que hemos puesto
nuestra fe en el Señor para salvación, es posible que no estemos aprovechando
esta invitación para acercarnos más. En Santiago
4. 8,
el autor hace una promesa que todo creyente debe recibir: “Acercaos a Dios,
y ÉL se acercará a vosotros”.
Dios les bendiga
abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario