viernes, 28 de abril de 2023

Un momento... Dejemos que Dios nos moldee

 


UN MOMENTO CON DIOS

Dejemos que Dios nos moldee

 

“... ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro?”  (Jeremías 18. 6)

 

La mayoría de los niños se divierten jugando con barro. Para ellos es muy divertido moldear con sus manos alguna figura, y luego con orgullo, enseñar su “obra de arte”.

Ciertamente es divertido tomar un pedazo de lodo, amasarlo, prensarlo y darle la forma que uno quiere de acuerdo a la creatividad de cada cual. Y si el resultado no es el esperado, tratar de nuevo no es nada difícil. Y así una y otra vez hasta que el producto final satisfaga al creador del mismo.

De la misma manera, el alfarero del cual nos habla el pasaje de hoy, maniobraba con el barro con el fin de hacer vasijas para venderlas. Y si alguna vasija se echaba a perder, él hacía otra vasija, “hasta que le pareció que le había quedado bien”.

Dios mandó a Jeremías a casa del alfarero con el fin de revelarle una profunda enseñanza en relación al pueblo de Israel, y sus planes para con este pueblo. En el taller del alfarero que hace y rehace sus vasijas, Jeremías descubre el anhelo de Dios de modelar y remodelar a su pueblo conforme a sus designios.

Más adelante, en Jeremías 18. 7 al 10, se afirma claramente que el plan divino no se limita al pueblo de Israel sino que se extiende a todas las naciones.

Todos los que hemos aceptado a Jesucristo como Salvador somos ahora el pueblo de Dios, y formamos parte de los planes de nuestro Creador.

Dios quiere que nuestras vidas sean como el barro en sus manos. Su deseo es moldearnos de manera que lleguemos a ser conformes a la imagen de su Hijo, dice Romanos 8. 29. 

Pero a diferencia del barro que es moldeado por las manos del alfarero sin presentar resistencia alguna en el proceso, nosotros tenemos la capacidad de decidir, con nuestro libre albedrío, si permitimos que el procedimiento se lleve a cabo o no.

Esto, generalmente, resulta en obstáculos para que los planes de Dios se lleven a cabo, lo cual es sumamente lamentable ya que el propósito del Señor en nuestras vidas es llenarnos de Su paz, de Su gozo, de Su amor y de Sus bendiciones aún en medio de las pruebas y dificultades por las que tendremos que pasar.

Al examinar nuestra vida, ¿podemos decir sinceramente que somos como barro en las manos de Dios?

¿Es la obediencia un elemento fundamental en nuestro comportamiento?

Si hemos contestado positivamente estas preguntas, ¡Gloria a Dios!

Éste es el carácter que Dios desea ver en sus hijos.

Si, por el contrario, reconocemos que podemos mejorar en alguna área, hagámonos el propósito de ser como el barro en las manos de Dios, 

rindámonos a ÉL y ÉL hará maravillas en nuestra vida.

Dios les bendiga abundantemente.

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