martes, 10 de noviembre de 2020

Tiempo... Salmo 20. 7

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; más nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria”. Salmo 20. 7.



Que fácil resulta que confiemos en nuestras propias fuerzas,  en lo que estudiamos, en nuestro buen trabajo, hasta en nuestros amigos. 
Y es que resulta más sencillo confiar en lo que vemos o  en aquello que tenemos, que en simples promesas, así vengan estas de DIOS, estén escritas en la Biblia o las haya pronunciado el mismo Cristo.

Muchos predican de la vida cristiana, como una vida sin problemas llena de abundancia. ¿Pero no ha sentido alguna vez que la vida cristiana no es tan buena como se predica?  Que no hay tanta abundancia, y muchas veces hay problemas que nos aquejan. 

A todos alguna vez nos pasó de pensar eso, es un proceso que debemos pasar todos aquellos que experimentamos el amor de DIOS.
La razón es la siguiente, en la vida cristiana tenemos la idea que debemos esforzarnos en realizar lo que DIOS manda, dicho sea de otra forma, nos afanamos en complacer a DIOS en lo que consideramos que es hacer su voluntad.
Trabajamos más en la iglesia, nos preparamos lo mejor que podemos,  leemos mucho la Biblia, bueno hasta oramos, y como resultado de ese esfuerzo tenemos una vida gris, cargada de problemas y frustraciones, ah y no solo eso, además tenemos una terrible soledad espiritual.            

El salmo 20 dice en el versículo 7: “Estos confían en carros y aquéllos en caballos”
Así estamos nosotros, antes de ser cristianos vivíamos confiando en cualquier cosa, y si teníamos que tomar alguna decisión, pensábamos en si  nos convenía o resultaba ser  positivo y bueno para nuestro provecho.
Pero llegó un momento en que nos convertimos en cristianos, y en teoría nuestra vida debía cambiar, debía ser diferente, debía ser distinta, pero no fue así. 

El secreto entonces es, no esforzarse en vivir la vida cristiana, sino dejar que Cristo viva en nosotros, y  permitir que Cristo nos use.
Un cristiano carnal,  piensa que su fuerza de voluntad es importante para lograr buenos resultados. Sigue siendo él, su yo no ha muerto.
El cristiano espiritual es un nuevo ser.  “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”  

(2 de Corintios 5.17).  En éste cristiano sí hay cambio.

De esa manera nuestra vida cristiana tendrá el gozo y la felicidad que tanto anhelamos.

Dios les bendiga abundantemente.

 

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