miércoles, 21 de octubre de 2020

Tiempo... Salmo 119. 49

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar”. Salmo 119. 49.

 

Cualquiera que sea la necesidad que podamos tener hoy en la vida siempre podremos encontrar una promesa en la Palabra de Dios, que fácilmente se puede adaptar a  esa necesidad. 

Si nos sentimos sin fuerza y cansados, encontramos una promesa como esta: “Él da fuerza al cansado y aliento al que no lo tiene”. Isaías 40. 29.

Cuando leemos una promesa como esa sentimos el respaldo no solamente de la promesa, sino de aquel que dio la promesa. 

Si nos sentimos solos y abandonados, Dios nos dice: “No te dejaré, ni te desampararé”. Hebreos 13. 5. Esta promesa nos hace recordar a aquel quién la dijo. Y sabemos que Él no miente.  Sabemos que Él jamás dice algo que luego no cumple,  Dios siempre cumple todo lo que promete.

Si hoy tenemos hambre de Dios, deseamos buscarle con todo el corazón y alimentarnos de su bondad, encontramos entonces está promesa: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed  de justicia, porque ellos serán saciados”. 

Mateo 5. 6.

Con estas promesas no solo encontramos fuerza y seguridad sino que nos hacen decir como el salmista: “Acuérdate de la palabra que haz dado a tu siervo, en la cual me has hecho esperar”.

Podemos llegar con seguridad, confianza y con mucho respecto ante el trono de su gracia y decirle, Señor tú lo has dicho, he creído en tu palabra y en ella he esperado, y al expresarlo mi alma se llena de confianza y seguridad. 

Podemos esperar en las promesas de Dios y estar seguros que nunca quedaremos defraudados. 

Su palabra permanece para Siempre y ella nos hace estar confiados.

Si hoy nos sentimos desconsolados porque el pecado nos ha llevado por camino de tristeza, su promesa llega para decirnos: “Yo deshice como a nube tus rebeliones, como a niebla tus pecados, vuélvete a mí”. 

Jesús ha dicho claramente, el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasaran. Sus promesas son como una fortaleza en medio de las dificultades y angustias diarias de la vida.

La vida a veces nos sorprende, más en medio de esas sorpresas la Palabra de Dios también nos sorprende con  promesas que se ajustan preciosamente a la sorpresa de la vida. 

Con Dios, las sorpresas de la vida no nos asustan, más las sorpresas de Dios nos asombran.

Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario