sábado, 23 de noviembre de 2019

Tiempo... Génesis 26. 6 - 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Entonces Isaac se quedó en Guerar, y cuando los que vivían en ese lugar le preguntaron en cuanto a Rebeca, Isaac tuvo miedo de decir que era su esposa y les dijo que era su hermana.
Era tan hermosa Rebeca, que Isaac pensó que los hombres del lugar lo matarían por causa de ella. Pasó el tiempo y él se quedó allá. Pero un día en que Abimélec estaba mirando por la ventana, vio que Isaac acariciaba a su esposa Rebeca”.  Génesis 26. 6 – 8.

Un joven que había vivido una vida bastante desordenada y delictiva, su vida cambió cuando conoció a Jesús, se convirtió en una persona totalmente diferente, cambio su manera de vivir, formó una familia y se convirtió en una persona normal. Al cabo de algunos años fue llamado a juicio a causa de unos delitos que había cometido, su abogado le dijo y le aconsejó que si se declaraba inocente no existían pruebas que le incriminaran. Al comparecer ante el juez y recibir la pregunta de si se declaraba culpable o inocente, su respuesta fue: CULPABLE. Argumentó su decisión, que él no podía mentir y hacer que Dios se entristeciera aunque eso supusiese pasar un tiempo en la cárcel.
Isaac le pasó algo parecido en esencia, habló con su mujer y acordaron que se haría pasar por su hermana para que no le mataran.  Pero la decisión de Isaac, en realidad no le trajo más que problemas.
Las mentiras son de esas cosas que son tan pequeñitas, que pueden convivir con nosotros tan fácilmente que son fáciles llevarlas de compañeras.
Hay mucho tipo de mentiras, cuando exageramos algo estamos mintiendo, cuando callamos y no admitimos lo que sabemos también mentimos, cuando decimos una media verdad, en realidad decimos dos mentiras. Las mentiras piadosas, siguen siendo mentiras, no podemos escudarnos en ellas. Lo peor de las mentiras, es que tarde o temprano salen a la luz.
Tenemos un reto importante por delante, una tarea difícil, decir la verdad sea cual sea la situación, aunque nos perjudique. No debemos olvidar que representamos al Dios verdadero, al que no miente, y como discípulos de Jesús tenemos que ser como nuestro maestro, debemos hablar verdad. Hoy es un buen día para reconocer aquellas cosas en que hemos mentido y pedir perdón tanto a Dios como a las personas a quienes hemos mentido.
Dios les bendiga abundantemente.

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