martes, 21 de mayo de 2024

Un momento... Reconocer nuestros errores

 


UN MOMENTO CON DIOS

Reconocer nuestros errores

 

 “El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.”  (Proverbios 28. 13)

 

Por regla general, a todos nos resulta difícil reconocer que hemos cometido un error. Podemos ver esta tendencia en el ser humano desde el principio de la creación. Cuando Adán y Eva pecaron comiendo el fruto del árbol prohibido, Dios los confrontó a ambos. Primero, el Señor le preguntó a Adán: “¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?” (Génesis 3.11). Adán respondió: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” En lugar de simplemente reconocer su error, desvió la culpa hacia la mujer. Eva actuó de manera similar. Cuando DIOS le preguntó: “¿Qué es lo que has hecho?”, ella le contestó: “La serpiente me engañó, y comí.” Esta actitud trajo como consecuencia que ambos fueran echados del huerto del Edén.

A partir de aquel momento, la renuencia a reconocer nuestros errores ha sido parte intrínseca de nuestra naturaleza. Desde pequeños empezamos a mentir a nuestros padres por temor a ser castigados por algo que hicimos que no debimos haber hecho. Y así llegamos a adultos, y continuamos actuando en este mismo espíritu.

El reconocimiento de nuestros errores y pecados agrada a Dios y resulta en Su perdón y nuestra restauración. Por el contrario, cuando no los reconocemos, los resultados son totalmente destructivos para nuestras vidas.

Obligación del pecador es confesar su pecado y apartarse de él. Ambas cosas van juntas. La confesión debe ser hecha con rectitud al mismo Señor, y ha de incluir en sí misma un reconocimiento de la culpa, una comprensión de la maldad y un aborrecimiento de la misma.

No intentemos culpar a otros, ni a las circunstancias, ni disculparnos con nuestra propia debilidad. Descarguemos nuestra conciencia y declarémonos culpables. Recordemos que sólo cuando conocemos al Señor Jesucristo y le permitimos entrar en nuestras vidas puede haber un cambio.

El Espíritu Santo obra en nosotros y nos da la capacidad de “ver” nuestros errores y la integridad y el valor para reconocerlos. Este es el primer paso para la restauración. Lo contrario trae destrucción a nuestras vidas.

Entablemos una íntima comunión con Dios leyendo Su Palabra y pasando tiempo en oración diariamente. Y pidámosle que nos ayude a ver y reconocer nuestros errores.

Dios les bendiga abundantemente.

 

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