UN MOMENTO CON DIOS
Dios inclina Su oído hacia
nosotros
“Como palmeras florecen los justos; como cedros del Líbano crecen. Plantados en la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro DIOS. Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos, para proclamar: «El Señor es justo; Él es mi Roca, y en Él no hay injusticia.» (Salmo 92. 12 – 15)
Cuando las cosas se vuelven
difíciles y las fuerzas se desvanecen los más débiles son los primeros en caer
víctimas de la debacle. Y esta debilidad es producto de que son personas cuyo
andar ha estado totalmente alejado de la justicia y la verdad. En términos
generales son vidas cortas sin mucho fruto de que hablar, que, al decir del
salmista, son como la hierba del techo que antes de crecer se marchita.
¿Quién en su sano juicio puede
aspirar a vivir una vida tan corta como esa?
La promesa para el Hijo de Dios
es todo lo contrario. Para quien cree en Dios la esperanza a largo plazo es la
vida eterna y antes de ello, una larga vida aquí en la tierra. Ésta es una
bella promesa, no sólo de larga vida sino de fortaleza y vigor para afrontar
todos los retos y obstáculos que se presenten en nuestro camino.
Además, la promesa contiene un
elemento de productividad y crecimiento, de fruto y alto rendimiento aun cuando
hayamos acumulado muchos años de vida y el deterioro normal ocasionado por el
paso de tiempo pretenda disminuir nuestras fuerzas.
Descansemos, pues, en las
promesas de Dios y dejemos que ÉL se encargue de nuestro bienestar mientras
nosotros nos encargamos de obedecer Sus instrucciones.
Si Dios dice que ÉL nos
cuidará, nos sostendrá y nos librará, podemos tener la seguridad de que así
será. ÉL lo ha demostrado desde que estábamos en el vientre de nuestra madre.
Descansemos en ÉL pues para Dios no hay nada imposible.
Que el Señor nos conceda
alcanzar una avanzada edad llena de fortaleza y cuantiosos frutos. ¡Busca
siempre a Dios!
Dios les bendiga
abundantemente.
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