UN MOMENTO CON DIOS
La esperanza
“¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío”. (Salmos 42. 11)
La esperanza es esencial para
la vida en un mundo caído. A menos que creamos que nos espera algo mejor en el
futuro, podríamos hundirnos en la más absoluta desesperación. Pero la
anticipación optimista también puede acarrear decepción cuando esperamos algo
que no se materializa. Entonces, ¿cómo determinamos dónde depositar nuestra
esperanza y cuál debe ser nuestra respuesta si no se cumple?
La esperanza es segura cuando
está alineada con los deseos del Señor, que se revelan en las Escrituras. Sin
embargo, muchas de nuestras expectativas se basan en deseos o sentimientos.
Anhelamos cosas como ascensos laborales, buena salud, relaciones sólidas o
soluciones rápidas a nuestros problemas, pero no tenemos ninguna promesa
absoluta del Señor de que éstas formen parte de Su voluntad para nosotros.
La decepción con Dios puede
producirse siempre que nuestras expectativas no coincidan con Su plan. Incluso
cuando la esperanza se basa en una promesa bíblica, puede que el Señor no la
cumpla de la manera o en el plazo que esperamos.
El contentamiento reside en
saber distinguir las esperanzas subjetivas, que se originan en nosotros, de
nuestra esperanza última en el Señor, que es soberano y bueno. Entonces,
incluso cuando una expectativa terrenal no se realiza como deseábamos, podemos
tener alegría, recordando que nuestra esperanza eterna en Dios es segura.
Dios les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario