martes, 14 de mayo de 2024

un momento... Como es el fruto en nuestra vida

 


UN MOMENTO CON DIOS

Como es el fruto en nuestra vida

 

“Voy a entonar en nombre de mi mejor amigo el canto dedicado a su viñedo.

Mi amigo tenía un viñedo en un terreno muy fértil. Removió la tierra, la limpió de piedras y plantó cepas de la mejor calidad.

En medio del sembrado levantó una torre y preparó también un lugar donde hacer el vino. Mi amigo esperaba del viñedo uvas dulces, pero las uvas que éste dio fueron agrias. Ahora, habitantes de Jerusalén, gente de Judá, digan ustedes quién tiene la culpa,
si mi viñedo o yo. ¿Había algo más que hacerle a mi viñedo? ¿Hay algo que yo no le haya hecho? Yo esperaba que diera uvas dulces, ¿por qué, entonces, dio uvas agrias?”  (Isaías 5. 1 – 5)

La lección de la viña muestra que la nación escogida por Dios debía dar fruto para llevar a cabo su obra, para defender la justicia. 
Cristo es el amado Hijo de Dios y nuestro amado Salvador. El cuidado del Señor por la Iglesia de Israel está descrito en la administración de una viña. La plantó con vides escogidas; les dio la ley más excelente, les instituyó las ordenanzas adecuadas. El templo era una torre donde Dios dio señales de su presencia. Instaló su altar al cual debían llevar los sacrificios; esto denota todos los medios de la gracia.
Dios espera fruto de quienes disfrutan los privilegios. Los buenos propósitos y los buenos comienzos son cosas buenas, pero no suficientes; debe haber fruto de la viña: pensamientos y afectos, palabras y acciones agradables al Espíritu.
Produjo fruto, pero este fue ácido y malo.
Las uvas silvestres son los frutos de la naturaleza corrompida. Donde no obra la gracia, obra la corrupción.
Cuando se desenfrenan o descontrolan, los errores y los vicios, el viñedo no es podado; pronto empiezan a crecer espinas. Esto se muestra a menudo en el alejamiento del Espíritu de Dios de quienes por largo tiempo luchan en su contra, y por quitar su evangelio de los lugares que han sido por largo tiempo reproche para éste.
Jesús dijo: "Por sus frutos los conoceréis". (Mateo 7. 20). ¿Hemos examinado últimamente nuestro propio "fruto"? ¿Es dulce o ácido?
Triste es que un creyente, en lugar de las uvas de la humildad, mansedumbre, amor, paciencia y desprecio por la vida mundana, que es lo que Dios busca, produzca las uvas silvestres del orgullo, la pasión, el descontento, la maldad y el desdén hacia Dios; en lugar de las uvas de la oración y la alabanza, están las uvas silvestres de maldecir y jurar.
Dios hizo todo lo que podía hacerse, para la salvación de los pecadores, en conformidad con su justicia, amor y bondad.
El Dios de la naturaleza se siente, por decirlo así, sorprendido ante el fruto antinatural, de una viña tan esmeradamente cuidada.
Por eso es importante volver a la pregunta anteriormente presentada, ¿Hemos examinado últimamente nuestro propio "fruto"? ¿Es dulce o ácido?
Jesús fue muy claro en su afirmación, para que hoy todavía queden dudas, Él dijo, “Por sus frutos los conoceréis”.

La lección de la viña muestra que la nación escogida por Dios debía dar fruto para llevar a cabo su obra, para defender la justicia. 
Cristo es el amado Hijo de Dios y nuestro amado Salvador. El cuidado del Señor por la Iglesia de Israel está descrito en la administración de una viña. La plantó con vides escogidas; les dio la ley más excelente, les instituyó las ordenanzas adecuadas. El templo era una torre donde Dios dio señales de su presencia. Instaló su altar al cual debían llevar los sacrificios; esto denota todos los medios de la gracia.
Dios espera fruto de quienes disfrutan los privilegios. Los buenos propósitos y los buenos comienzos son cosas buenas, pero no suficientes; debe haber fruto de la viña: pensamientos y afectos, palabras y acciones agradables al Espíritu.
Produjo fruto, pero este fue ácido y malo.
Las uvas silvestres son los frutos de la naturaleza corrompida. Donde no obra la gracia, obra la corrupción.
Cuando se desenfrenan o descontrolan, los errores y los vicios, el viñedo no es podado; pronto empiezan a crecer espinas. Esto se muestra a menudo en el alejamiento del Espíritu de Dios de quienes por largo tiempo luchan en su contra, y por quitar su evangelio de los lugares que han sido por largo tiempo reproche para éste.
Jesús dijo: "Por sus frutos los conoceréis". (Mateo 7. 20). ¿Hemos examinado últimamente nuestro propio "fruto"? ¿Es dulce o ácido?
Triste es que un creyente, en lugar de las uvas de la humildad, mansedumbre, amor, paciencia y desprecio por la vida mundana, que es lo que Dios busca, produzca las uvas silvestres del orgullo, la pasión, el descontento, la maldad y el desdén hacia Dios; en lugar de las uvas de la oración y la alabanza, están las uvas silvestres de maldecir y jurar.
Dios hizo todo lo que podía hacerse, para la salvación de los pecadores, en conformidad con su justicia, amor y bondad.
El Dios de la naturaleza se siente, por decirlo así, sorprendido ante el fruto antinatural, de una viña tan esmeradamente cuidada.
Por eso es importante volver a la pregunta anteriormente presentada, ¿Hemos examinado últimamente nuestro propio "fruto"? ¿Es dulce o ácido?
Jesús fue muy claro en su afirmación, para que hoy todavía queden dudas, Él dijo, “Por sus frutos los conoceréis”.
Dios les bendiga abundantemente.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario