UN
MOMENTO CON DIOS
Nuestro
muro de defensa
"En el día que temo, yo en Ti confío". (Salmo 56. 3)
Una
de las maravillas más asombrosas del mundo es la Gran Muralla China. Construida
durante un período de muchos siglos, primordialmente durante la Dinastía Ming
(1368- 1644), su propósito era impedir que entraran los invasores, incluyendo a
los fieros y crueles mongoles.
Imaginemos
una barrera de defensa que se extienda miles y miles de kilómetros y que tenga
una altura de varios pisos. La Gran Muralla China se ha convertido en un
símbolo de protección y seguridad. ¡Ah, si pudiéramos protegernos de nuestros
enemigos con un escudo así!
Sin
embargo, la Gran Muralla China no es tan buena como la pintan. La razón es que
los periodistas occidentales y los escritores patrióticos chinos la han
romantizado y exagerado. Ésta es la verdad: No es continua, como muchos
creen. De hecho, se han descubierto numerosos segmentos de la muralla por toda
la China, que generalmente van, aunque no necesariamente, de este a oeste.
Fueron
construidos durante varias dinastías. Comúnmente se cree que la Gran Muralla
tiene más de 2.000 años de antigüedad. Eso no es cierto. Algunos segmentos
menores se construyeron durante la Era de los Estados Guerreros (403-221), pero
los segmentos más impresionantes y mayores fueron construidos hace unos 500 ó
600 años.
Otro
punto, una fuente tras otra nos han dicho que la Gran Muralla se puede ver
desde la luna. Un escritor occidental lo sugirió, y muchos otros escritores lo
han repetido. Pero sencillamente no es cierto. Sí se puede ver desde los
satélites y las naves espaciales, pero no desde la luna.
Sin
embargo, hay un sistema de defensa que es continuo, impenetrable e invencible.
El mismo Dios es nuestra fortaleza (Salmo 18. 2).
Nuestro
enemigo no puede violar sus poderosas murallas. Por fe confiamos en las
promesas de DIOS, el cual no nos permite ser destruidos por fieros dardos ni
flechas encendidas. Las acusaciones falsas, las palabras airadas, los ataques
sutiles o las fieras tentaciones no pueden subyugar
Su
fortaleza y aún hay recompensa para El que confía en Dios. Es bienaventurado,
dichoso, feliz, el que pone todos sus asuntos en las manos de Aquél que todo lo
puede, en la certeza y completa seguridad de que no ha de fallarle.
El
solo hecho de poder contar con Alguien en quien podemos confiar plenamente
supone una hermosa y valiosa bendición.
¿Qué
es lo que produce tal confianza, para que en medio del más grave problema,
podamos descansar sin temor alguno? ... La convicción de que Dios nos ama
como nadie.
Si
creemos en el amor y fidelidad de DIOS para con nosotros, debemos de confiar en
Él, nuestro Protector.
Sí,
estamos más seguros en Jesús que en cualquier otro lugar el universo. ¡En Él se
puede confiar!
Dios les bendiga abundantemente.
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