UN
MOMENTO CON DIOS
Todo
viene de Dios
“Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre.” (1 Pedro 1. 24 – 25)
La
salud y la abundancia material muchas veces al ser humano le dan una sensación
de omnipotencia. Ellos viven cada día pensando que son los “intocables” y
eternos. Este espíritu de soberbia impide al ser humano darle a Dios, cada día,
las gracias por el don inefable de la vida, la salud y la provisión.
Muchos creen que todo lo que tienen y todo lo que son es por su propio esfuerzo
y no se dan cuenta que la respiración es un milagro de Dios y que la salud es
una gracia celestial.
Muchos
en este día no se han despertado, otros en este mismo momento están siendo
internados en algún hospital pues han perdido de repente su salud. Muchos le
piden a Dios sanidad de sus dolencias y pareciera que nunca les llega la
respuesta. Dios conoce los corazones y sabe que si los sana, ellos jamás
vendrían a darle la gloria y servirle el resto de sus días Y aun a pesar de
ello, en Su infinito amor, a muchos los
sana igual.
Si recordamos el ejemplo de los diez leprosos,
donde sólo uno vino a agradecerle a Jesús por su sanidad, entonces ya sabemos
cuál es el pensamiento del ser humano, es decir quiere la bendición pero no al
que bendice. Otros nunca alcanzan un alto nivel de prosperidad pues si Dios lo
haría, ellos se perderían y corromperían.
Este
pasaje nos recuerda que nuestra vida y nuestros logros pueden desaparecer en un
instante. Por eso cuando alguien muere se dice que entierran “sus restos”. Ya
no queda nada más.
A
veces descontamos que cada día vamos a abrir los ojos, gozar buena salud y
tener un trabajo prospero.
Es tiempo de dejar esa soberbia y orgullo que a nada bueno conduce y empezar a
darle gracias por sus infinitos favores.
No
pensemos que en nosotros hay algo de valor que podamos ofrecer a Dios para ser
salvos. Toda la gloria de la humanidad es como la flor frágil del campo. En
otras palabras, los seres humanos son como esa hierba fresca, verde y
atractiva, pero endeble, que contemplamos a veces y que, en otras épocas del
año se seca y muere.
Cuando
abramos nuestros ojos, agradezcámosle al Señor por el milagro de vivir; si gozamos
de buena salud, agradezcámosle por el milagro de la salud sobrenatural y si
caminamos en prosperidad démosle toda la gloria porque Él es el que da el poder
para hacer las riquezas. ¡Todo procede del Señor!
Dios
les bendiga abundantemente.
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