UN MOMENTO CON DIOS
El
don de la vida
La
velocidad con que transcurre el tiempo delante de nuestros ojos es relativa. A
veces nos parece que las cosas que esperamos se tardan mucho en llegar. En
otras ocasiones los eventos se suceden con tanta rapidez que apenas si tenemos
oportunidad para reaccionar adecuadamente.
Cuando
somos niños todo se tarda, especialmente las vacaciones escolares. A medida que
avanzamos en edad el paso del tiempo comienza a acelerarse y los años
transcurren con tal rapidez que no lo podemos creer. Para completar, nuestra
pecaminosa naturaleza se comporta de tal manera que nosotros mismos nos
acarreamos cargas y calamidades.
Todo
esto que a nuestros propios ojos nos parece ser una larga vida, lenta o rápida
según sea el caso, a los ojos de DIOS es diminutamente inmensurable.
Todos
aquellos que creemos en Cristo como nuestro Salvador, estamos confiados en
enfrentar la última etapa de nuestras vidas con valentía y serenidad, pues no
le tememos a la muerte porque en Jesús hemos hallado la vida eterna.
Quizá
las enfermedades y los dolores tratarán de abatirnos, las adversidad y pruebas
de desanimarnos, pero la fe inquebrantable en el "DIOS de nuestra
juventud" nos mantendrá en pié porque sabemos que iremos camino a las
moradas eternas para estar con Él para siempre.
Aprendamos
a valorar cada instante de nuestra vida. Apreciemos el don de la vida que nos
ha dado nuestro Creador. Aprovechemos cada instante para acercarnos y
mantenernos junto a Jesucristo, nuestro Salvador. No desperdiciemos un solo
momento y trabajemos por el Reino de DIOS y su justicia.
Estamos
en el mundo para cumplir con el plan que DIOS mismo tiene sobre nosotros desde
la eternidad que abarca la manifestación de Su gloria y la consecución de
nuestra felicidad; ésta se concreta, de nuestra parte, en tener fe en Él, en
buscar conocerlo siempre más y mejor, en amarlo sobre todas las cosas y cumplir
con Su divina voluntad.
De
esta manera, nuestra vida, corta o larga, será de gran provecho y satisfacción,
tanto para DIOS como para aquellos que nos rodean.
Dios
les bendiga abundantemente.
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