martes, 31 de agosto de 2021

Cada día... No dejemos de luchar.

 


CADA DÍA CON DIOS

No Dejemos de Luchar

 

Las personas victoriosas son aquellas que saben que nunca se puede dejar de luchar. 

Los campeones en boxeo saben que nunca deben bajar la guardia a si estén ganando, es más ellos saben que cuando van ganando es cuando más deben seguir luchando.

 

Las personas de fracaso son aquellas que al primer triunfo se confiaron y dejaron de seguir luchando. 

El Rey David era un triunfador en todo lo que hacía, era un guerrero poderoso porque él sabía que nunca dejaría de luchar. 2 Samuel 3. 1 “Hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba fortaleciendo, y la casa de Saúl se iba debilitando.” 

Los atletas que mantienen el primer lugar en la carrera son aquellos que nunca dejan de correr, el día en que el atleta que va de primero deje de correr con más intensidad deja de ser el primero. 

Si queremos ser triunfadores en todo lo que hagamos nunca dejemos de luchar. 

¿En qué podemos seguir luchando? 

1. Luchemos por mejorar cada día. Filipenses 3. 12 “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,” Debemos luchar todos los días por ser mejores, padres, mejores hijos, mejores esposos. Etc. 

2. Luchemos por amar como quisiéramos que nos amen. Luchemos por tratar a los demás como quisiéramos que nos traten. Mateo 7. 22 “Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.” 

La única forma de lograr una sana convivencia es tratando a los demás como quisiéramos que ellos nos traten a nosotros. 

Debemos cambiar nuestra mala manera de hablar. Colosenses 4. 6 “Que vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona.” De nuestra forma de hablar depende que los demás nos quieran o nos aborrezcan. 

3. Luchemos contra nosotros mismos. Nuestro peor enemigo no es el que está afuera o los demás, nuestro peor enemigo está dentro de nosotros, nuestros miedo, temores y traumas. 

Debemos declarar lo que quisiéramos ser, el cobarde diga que es fuerte, el enfermo declare que está sano. Joel 3. 10 “Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy” 

4. Luchemos por sanar las heridas de nuestro corazón. Jesucristo sana todas nuestras heridas, pero es necesario que nosotros nos dispongamos. 

Jesucristo puede cambiar el corazón, arrancar nuestro corazón de piedra y darnos un corazón sensible. Ezequiel 36. 26 “Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.”  

5. Luchemos por perdonar. Un corazón endurecido no puede perdonar, la falta de perdón enferma el alma. Colosenses 3. 13 “Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Las personas que no perdonan se llenan de amargura y resentimiento. 

Recordemos todos ofendemos, no solo nos ofenden, solo si perdonamos los demás también lo harán, el perdón es liberador y sanador 

6. Luchemos por nuestros propósitos. Solo cuando hemos luchado por perdonar, por amar, por ser mejores también podemos luchar por nuestros propósitos. No dejemos de luchar por lo que amamos solo de esta forma lo conseguiremos. 

La vida es una constante lucha, solo quienes luchan sin parar logran sus propósitos cualesquiera que sean, solo los, luchadores logran tener vidas de excelencia. 

Dios les bendiga abundantemente.

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