CADA
DÍA CON DIOS
No
Dejemos de Luchar
Las
personas victoriosas son aquellas que saben que nunca se puede dejar
de luchar.
Los campeones en boxeo saben que nunca deben bajar la guardia a si estén ganando, es más ellos saben que cuando van ganando es cuando más deben seguir luchando.
Las
personas de fracaso son aquellas que al primer triunfo se confiaron y dejaron
de seguir luchando.
El
Rey David era un triunfador en todo lo que hacía, era un guerrero poderoso
porque él sabía que nunca dejaría de luchar. 2 Samuel 3. 1 “Hubo
larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba
fortaleciendo, y la casa de Saúl se iba debilitando.”
Los
atletas que mantienen el primer lugar en la carrera son aquellos que nunca
dejan de correr, el día en que el atleta que va de primero deje de correr con
más intensidad deja de ser el primero.
Si
queremos ser triunfadores en todo lo que hagamos nunca dejemos de luchar.
¿En qué podemos
seguir luchando?
1. Luchemos
por mejorar cada día. Filipenses 3. 12 “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo
ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante,” Debemos luchar todos los días por ser
mejores, padres, mejores hijos, mejores esposos. Etc.
2. Luchemos
por amar como quisiéramos que nos amen. Luchemos por tratar a los demás como quisiéramos
que nos traten. Mateo 7. 22 “Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los
hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los
profetas.”
La
única forma de lograr una sana convivencia es tratando a los demás
como quisiéramos que ellos nos traten a nosotros.
Debemos
cambiar nuestra mala manera de hablar. Colosenses 4. 6 “Que vuestra
conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que
sepáis cómo debéis responder a cada persona.” De nuestra forma de hablar
depende que los demás nos quieran o nos aborrezcan.
3. Luchemos
contra nosotros mismos. Nuestro peor enemigo no es el que está afuera o los
demás, nuestro peor enemigo está dentro de nosotros, nuestros miedo,
temores y traumas.
Debemos
declarar lo que quisiéramos ser, el cobarde diga que es fuerte, el enfermo
declare que está sano. Joel 3. 10 “Forjad espadas de vuestros
azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy”
4. Luchemos
por sanar las heridas de nuestro corazón. Jesucristo sana todas nuestras
heridas, pero es necesario que nosotros nos dispongamos.
Jesucristo
puede cambiar el corazón, arrancar nuestro corazón de piedra y darnos un corazón sensible.
Ezequiel 36. 26 “Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo
dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un
corazón de carne.”
5. Luchemos
por perdonar. Un corazón endurecido no puede perdonar, la falta de perdón enferma
el alma. Colosenses 3. 13 “Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si
alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también
hacedlo vosotros.” Las personas que no perdonan se llenan de amargura y
resentimiento.
Recordemos
todos ofendemos, no solo nos ofenden, solo si perdonamos los demás también lo
harán, el perdón es liberador y sanador
6. Luchemos
por nuestros propósitos. Solo cuando hemos luchado por perdonar, por amar, por
ser mejores también podemos luchar por nuestros propósitos. No dejemos de
luchar por lo que amamos solo de esta forma lo conseguiremos.
La
vida es una constante lucha, solo quienes luchan sin parar logran sus propósitos cualesquiera que
sean, solo los, luchadores logran tener vidas de excelencia.
Dios
les bendiga abundantemente.
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