CADA
DÍA CON DIOS
Por
qué Rechazamos a Dios
La gran mayoría de nosotros los seres humanos por lo general nos comprometemos con alguien o con algo de una forma muy emocional, muy felices por lo que hacemos, pero cuando nos damos cuenta que las cosas no nos salen como queremos empezamos a desanimarnos y rechazamos a quien antes lo recibimos con mucho agrado.
Los
filisteos estaban muy contentos con el arca o la presencia de Dios. 1 Samuel 6.
1 “Estuvo el arca de Jehová en la tierra de los filisteos siete meses.”
Pero
cuando se dieron cuenta que en lugar de mejorar las cosas iban de mal en peor,
tomaron la decisión de rechazarla. 1 Samuel 6. 2 “Entonces los filisteos, llamando a los
sacerdotes y adivinos, preguntaron: ¿Qué haremos del arca de Jehová? Hacednos
saber de qué manera la hemos de volver a enviar a su lugar”
Hay
muchas razones por las cuales rechazamos a Jesucristo y a las demás personas
que están con nosotros, pero la más importante es porque endurecemos
nuestro corazón. 1 Samuel 6. 6 “¿Por qué endurecéis vuestro corazón, como
los egipcios y Faraón endurecieron su corazón? Después que los había tratado
así, ¿no los dejaron ir, y se fueron?”
Esta
recomendación de no endurecer nuestro corazón no solo fue hecha en la
antigüedad, hoy en día en nuestros tiempos también la palabra
nos sigue haciendo la misma recomendación. Hebreos 3. 8 “No
endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la
tentación en el desierto”
Hay
muchas razones por las cuales endurecemos nuestro corazón, entre estas razones
están. Los sufrimientos, los desengaños, la incomprensión. Etc.
Consecuencias
de un corazón endurecido.
1. No
escucha razones. Por lo general se caracteriza por su terquedad, condena
y juzga sin darle la oportunidad a nadie.
Aprendamos
a escuchar, las demás personas también tienen razones por las
cuales actúan de esa determinada manera.
2. Pierde
la Capacidad de Amar. Por lo general su comportamiento es brusco y áspero,
no puede ser amorosa o amoroso con nadie.
Las
personas con el corazón endurecido les molesta sentirse amadas, les da miedo
abrir su corazón a los demás.
3. Se
condena a vivir en Infelicidad y Amargura. Nada de lo que le pasa le gusta,
esto hace que todas sus relaciones sean insoportables.
El
vivir en felicidad es una decisión personal, nuestra felicidad o infelicidad no
depende de los demás.
4. Se
aísla pierde la capacidad de vivir en sociedad. No soporta estar junto a
quienes dicen quererla, no tiene la capacidad de expresar su amor.
Como
evitar que nuestro corazón se endurezca.
1. No
tomando de manera personal las cosas difíciles que a diario podemos vivir,
estamos en este mundo y es normal que tengamos malos entendidos con
los demás.
2. Tomando
la decisión de sopórtanos los unos a los otros. Colosenses 3. 13 a “Soportaos
unos a otros” La única forma de soportar la forma de ser de alguien es si
logramos entender el porqué de su comportamiento.
Teniendo
propósitos mucho más grandes que los posibles problemas que podamos
tener.
3. Perdonándonos
los unos a los otros. Colosenses 3. 13 b “y perdonándoos unos a otros si
alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así
también hacedlo vosotros” la falta de perdón endurece nuestro
corazón causándonos infelicidad y sufrimiento.
Debemos
entender que todos ofendemos de una forma o de otra. Santiago 3. 2
“Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es
varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.” No solo nos
ofenden también nosotros lo hacemos.
Los
seres humanos somos diferentes los unos de los otros, por esta razón
es normal que tengamos diferencias, no se trata que seamos iguales en
todo, se trata que aprendamos a tolerarnos y perdonarnos para llevarnos bien en
las diferencias.
No
permitamos que los problemas o las dificultades que se nos presentan a diarios
endurezcan nuestro corazón, la insensibilidad de nuestro corazón nos hace
sufrir y hacemos sufrir a los demás.
Y lo
más importante nunca endurezcamos nuestro corazón a Dios, él nos ama y lo mejor
que nos puede pasar es poner nuestra vida en sus manos.
Dios
les bendiga abundantemente.
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