TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas”. Salmo 9. 1.
David
estaba pasando por dificultades y problemas, y aún así alababa a DIOS, no solo
de labios sino “con todo su corazón”. Muchas veces no es fácil alabar a DIOS
cuando uno está siendo atacado por el enemigo, pero David lo hace porque DIOS
es el centro de su vida.
Hoy
deberíamos hacernos esta pregunta: ¿Somos de los que solo cuando estamos llenos
de bendiciones alabamos a DIOS con todo el corazón, o somos de los que en medio
de pruebas o luchas, levantamos las manos y nuestra voz para darle honra al
Padre Celestial?
En
Isaías 29.13, en la Biblia en Lenguaje Sencillo dice: “Este pueblo dice que me
ama, pero no me obedece; me rinde culto, pero no es sincero ni lo hace de
corazón”. Que tremenda palabra; ¿Puedes imaginarte un pueblo así? ¿Puedes creer
que exista gente así dentro de muchas congregaciones?
Hoy
en día hay muchos que dicen amar a DIOS pero con sus actos demuestran todo lo
contrario, como dice este versículo no son sinceros y le adoran de corazón
Por
eso este salmo nos demuestra como David le daba mucha importancia al adorar y
exaltar a DIOS de corazón.
Recordemos
que David fue ungido rey de Israel, no por su apariencia física, sino porque
era un hombre conforme al corazón de DIOS, un hombre que DIOS miraba su corazón
y no su exterior.
De
nada nos sirve ser el mejor músico o cantante, tener el mejor título en
Teología, de nada nos sirve eso, si nuestro corazón está lejos del Padre
Celestial.
Si
queremos alabar a DIOS agradándole, debemos alabarle con sinceridad, con todo
nuestro corazón. Cuando damos gracias por alguna misericordia en particular,
debemos recordar sus misericordias anteriores. No debemos regocijarnos en la
dádiva tanto como en el Dador.
El
versículo 1 termina diciendo: “contaré todas tus maravillas”.
Y
ahora la pregunta es: ¿Con cuántas personas nos relacionamos en nuestro trabajo
o estudio? ¿A cuántas de esas personas les hemos hablado de las maravillas que
DIOS hace?
Recordemos
que hay un mandamiento que debemos cumplir: “Y
Jesús les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.
(Marcos 16.15).
Eso
quiere decir que donde quiera que nosotros estemos tenemos que hablar de lo
bueno y grande que es nuestro DIOS.
Eso
no quiere decir que dejemos de cumplir nuestras obligaciones diarias por hablar
de DIOS; lo que significa es que cada vez que podamos y veamos una necesidad
hablemos de lo grande y maravilloso que es nuestro DIOS, de los milagros que
nuestro Padre ha hecho en nosotros, porque si lo hacemos, grandes cosas nos
esperan en el Reino de DIOS.
Jesús
dijo en Mateo 10. 32 - 33: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los
hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y
a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante
de mi Padre que está en los cielos”.
Dios les bendiga abundantemente.
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