TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. Salmo 23. 5.
En
este punto del salmo David deja de describir a DIOS como un pastor y utiliza la
metáfora de un anfitrión, que ha preparado un espléndido banquete al que el
salmista es invitado como huésped.
De
todas las promesas que Dios nos ofrece en el Salmo 23, esta es una de las más
maravillosas. El Señor mismo prepara un banquete para nosotros para
agasajarnos.
Además
agrega, que Él lo hace delante de nuestros enemigos, aquellos que quizás nos
maltrataron, nos calumniaron o nos mintieron, y de una forma u otra nos dañaron
y lastimaron nuestro corazón.
Entre
los orientales, en los tiempos bíblicos, eran bien conocidas las reglas de la
hospitalidad.
El
huésped no sólo era recibido en la tienda o casa del anfitrión, sino que era
agasajado admirablemente. La comida y bebida servidas con generosidad solían
ser precedidas de prácticas casi rituales; proveer agua para que el huésped
pudiera lavarse, ungir su cabeza o derramar sobre ella ungüento, besarlo,
etc. (Lucas 7:44-46).
En
este caso, DIOS como anfitrión nos provee de las mejores delicias y atenciones
para que nos sintamos bien y aprendamos a disfrutar de su maravillosa
presencia. En medio de esa intimidad ningún enemigo nos puede tocar.
Esto sólo puede ser posible por la
misericordia de Dios. No hay otra forma de explicar que aquellos que éramos
enemigos de Dios, seamos invitados a su casa y allí recibamos todos sus
favores.
La
protección y provisión del Señor se vuelve evidente para las personas a nuestro
alrededor, incluso para nuestros enemigos, Él no tiene ningún inconveniente en
avergonzar a los orgullosos, pero debemos cuidar de no llenar nuestro corazón
de venganza, eso está solo en sus manos.
“Amados,
nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de
Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagare, dice el
Señor”(Romanos 12.19)
Como
dijimos, una de las costumbres orientales era que el dueño de la casa diera la
bienvenida a sus invitados derramando sobre sus cabezas delicados perfumes
según iban entrando.
Está
unción es una unción refrescante para el alma, una fuente de gozo para nuestro
espíritu agobiado del camino.
Es
la unción que nos permite manifestar el olor fragante de la presencia de Cristo
en nuestras vidas.
“Y
en cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y
no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero así como su unción os enseña
acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como os ha
enseñado, permanecéis en El”. (1 de Juan 2.27).
El
salmista considera también su copa llena a rebosar, con lo que parece querer
indicar la plenitud de las bendiciones de Dios que estaba recibiendo.
El
Señor no sólo quiere darnos vida, sino "vida en abundancia". (Juan
10:10).
Cuando
el Señor decide bendecir, lo hace de forma extraordinaria, con gran abundancia,
mucho más de lo que pedimos o entendemos (Efesios 3:20), en sus manos están
todas las cosas, y Él siempre está en control.
La
Palabra de DIOS nos dice que el Señor Jesucristo presidirá el banquete
celestial al que todos los creyentes hemos sido invitados.
Y
sobre la mesa podremos ver todas las bendiciones espirituales que él compró
para nosotros por su propia sangre.
“Regocijémonos
y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del Cordero han
llegado y su esposa se ha preparado. Y a ella le fue concedido vestirse de
lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de
los santos son el lino fino. Y el ángel me dijo: Escribe:
"Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del
Cordero." Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”. (Apocalipsis
19: 7 – 9).
Dios les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario