TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días”. Salmo 23. 6.
Este
versículo en una hermosa conclusión para todo este salmo, afirma con seguridad
que en la vida de los creyentes hay bien y misericordia.
Tenemos
un Dios bueno y actúa bondadosamente con nosotros, y cuando cometemos errores,
es misericordioso para perdonarnos, Él no está molesto con nosotros; aborrece
el pecado (Josué 24:19), pero ama al pecador (Romanos 5:8).
El
anfitrión que nos provee de un abundante banquete, nos acompaña a lo largo de
todo nuestro caminar por la vida.
Nos
seguirán el bien, o sea todo aquello que conviene, que es favorable, que es de
utilidad y beneficio; y la misericordia que es la compasión y el amor
inmerecido, aún ante nuestros errores, que perdona y olvida lo malo.
Esto
es fruto de tener una relación con el Señor, David llega a estas conclusiones
en este Salmo, su experiencia lo llevo a asegurar que siempre recibiría el bien
y la compasión de Dios.
Para
David la casa de Dios no era simplemente algo para la eternidad, sino una
realidad presente. Veamos cómo lo expresa en otro Salmo:
“Una
cosa he pedido al Señor, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del
Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y
para meditar en su templo.”
(Salmo
27.4).
Ante el amor de nuestro Pastor, es natural que
en nuestro corazón haya un profundo deseo de pasar tiempo en su presencia,
conocerle más íntimamente, escuchar su voz, disfrutar de su compañía todos los
días.
La
vida es un recorrido que se realiza un día a la vez, un día, todo está bien, en
otro, pasan cosas que son desagradables o que no deseamos que ocurran, pero
todas ellas nos enseñan a madurar y a crecer.
Como
creyentes es claro que Dios es nuestro Padre celestial y que El desea nuestro
bienestar, es decir que todo lo que viene de Dios es totalmente bueno. Porque
la esencia de Dios es el Amor. Él nos cuida, está con nosotros a donde quiera
que vayamos, no nos abandona, nos protege con su amor y su bondad.
Cuando
Dios es nuestro pastor, podemos tener plena certeza que nada nos hará falta.
Aquello
que necesitamos para suplir nuestras necesidades físicas, emocionales y
espirituales serán provistas por nuestro Pastor.
Cuando
estemos pasando por momentos de dificultad, puede llenarnos de valor,
ayudándonos a caminar por el camino derecho para que seamos gloria para su
nombre.
Las
presiones del mundo, la carne y el pecado pueden llevarnos a gran desconsuelo,
pero nuestro Pastor puede librarnos del miedo, permaneciendo junto a nosotros,
defendiéndonos y consolándonos.
Traerá
gran provisión a nuestra vida, que abundará y sobrará, y en su bondad y
misericordia, estará dispuesto a perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda
maldad.
Dios les bendiga abundantemente.
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