TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre”. Salmo 23. 3.
No
sólo necesitamos que el Señor nos alimente, necesitamos ser restaurados y
renovados una y otra vez en la comunión con Él.
Igual
que la oveja descarriada es llevada nuevamente de regreso al redil donde es
curada de las heridas que ha sufrido y vuelve a caminar con el rebaño, así
también nosotros.
El
mismo rey David había experimentado una y otra vez esta obra de restauración de
parte de DIOS cuando él se había apartado y pecado.
(Salmo
32 y Salmo 51).
Y
como David, nosotros también nos apartamos fácilmente de los caminos del Señor,
no estamos atentos a su dirección, desobedecemos, entramos muchas veces en
estado de indiferencia espiritual, decaemos, dejamos de leer la Biblia y de
orar, no sentimos ánimo por compartir el evangelio con otros, perdemos la paz,
nos encontramos en un estado de permanente ansiedad, muchas veces estamos
malhumorados. Todos estos son síntomas de que necesitamos ser restablecidos
urgentemente por el Señor.
Cuando
pecamos, nos sentimos mal, y es entonces cuando el diablo viene a nuestra vida
para llenarnos de vergüenza por lo que hemos hecho y para convencernos de que
en ese estado es mejor no ir todavía al Señor. Sin duda alguna, esta es una de
sus estrategias más efectivas. Pero no debemos escucharle.
El
Señor siempre nos da una grata bienvenida cuando regresamos arrepentidos. Él es
nuestro Sumo Sacerdote que siempre está intercediendo por nosotros. (Hebreos 7.
25 – 28).
Cuanto
más tiempo retrasamos nuestro regreso al Señor, más terreno gana el adversario
de nuestras almas.
Dios
conoce de lo que tenemos necesidad, conoce nuestros más profundos sentimientos.
Cuando estamos desanimados desea llenarnos de aliento. Cuando estamos cansados
desea darnos descanso. Solo debemos quitar todo el ruido de nuestra alma, que
evita que escuchemos sus suaves arrullos.
Me
guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Hemos sido creados para el
deleite del Señor, y no hay nada que lo alegre más que nuestra obediencia, que
andemos por el camino derecho. Hemos sido creados para buenas obras (Efesios
2:10), para caminar en justicia.
Cuando
dice “…por amor de su nombre”, es que el Señor
mismo asume el compromiso de que nos guiará. Es una garantía que no
fallará, Él no se arrepentirá de la decisión tomada de ayudarnos todos los
días.
El
confiar que Él estará al lado nuestro, es garantía suficiente, que tendremos
una vida en victoria, aunque a veces fallemos y nos equivoquemos.
“Dios
mismo estará con ellos como su Dios“.
(Apocalipsis
21:3).
Dios
les bendiga abundantemente.
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