viernes, 11 de septiembre de 2020

Tiempo... Salmo 102. 7, 12, 17

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído; apresúrate a responderme el día que te invocare. Porque mis días se han consumido como humo, y mis huesos cual tizón están quemados. Mi corazón está herido, y seco como la hierba, por lo cual me olvido de comer mi pan. Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne. Soy semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades; velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado”. (Salmo 102. 7).

“Más tú, Jehová, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en generación”. (Salmo 102. 12).

“Habrá considerado la oración de los desvalidos, y no habrá desechado el ruego de ellos”. (Salmo 102. 17).

 

En este salmo el tono de queja parece predominar, pero en medio de su aflicción, el salmista expresa confianza y esperanza de que DIOS va actuar a favor de su pueblo. 

El salmista se sentía tan mal que se olvidó de comer. Cuando nos enfrentamos a la enfermedad y a la desesperación, nuestros días pasan y no nos ocupamos ni siquiera de nuestras necesidades básicas.

El autor expresa una soledad extrema, “Soy semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades; velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado.” 

Aunque tenemos al Señor en nuestras vidas, y aunque esperamos sufrir aflicciones en nuestras vidas, lo que no esperamos es que podamos estar tan abrumados como expresa el salmista en este salmo. 

Tenemos siempre la imagen del cristiano victorioso, de que la idea de que un hijo de DIOS se deprima la consideramos lejos de la realidad.  Pero el cristiano no está exento de la angustia y depresión. 

La situación puede ser tan desesperante, que hace que uno piense que está solo en el mundo y llega a pensar que ha perdido la fe. 

Pero aún en medio de todo eso, el salmista recuerda a DIOS, ora y le pide que le escuche.

Lo primero que debemos aprender es a confiar en DIOS, porque Él es misericordioso, bueno, y es amor.

Por lo tanto tenemos que pedirle de todo corazón y especialmente que nos de sabiduría para salir de la desesperación, debemos confiar en que DIOS hará, Él siempre actúa.

“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración”. (Salmos 4.1). Él siempre escucha nuestras oraciones.

Debemos pedirle a DIOS que en el momento más oscuro, que siempre nuestro espíritu clame a Él.  No importa la circunstancia, pero que nuestra  vista se alce al cielo en busca de respuesta, refugio y consuelo. 

No para que necesariamente tenga que venir una respuesta o solución inmediata, sino porque en nuestra relación personal con Él, sepamos que DIOS  está sosteniéndonos.

En esos momentos, DIOS es nuestra fortaleza. Aun cuando estemos muy débiles para luchar, podemos apoyarnos en Él. Es a menudo mediante nuestras debilidades que la gran fortaleza de DIOS está a nuestro alcance.

Que DIOS nos de la confianza de siempre creer que Él escucha y que nos va a sostener con Su gracia.

DIOS siempre es el mismo y el preservará a su pueblo. DIOS está eternamente junto a nosotros y cumplirá todas sus promesas, aun cuando nos sintamos solos. El mundo perecerá, pero El permanecerá. (Hebreos1.10-12).

Dios les bendiga abundantemente.

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