TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído; apresúrate a responderme el día que te invocare. Porque mis días se han consumido como humo, y mis huesos cual tizón están quemados. Mi corazón está herido, y seco como la hierba, por lo cual me olvido de comer mi pan. Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne. Soy semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades; velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado”. (Salmo 102. 7).
“Más tú, Jehová, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en generación”. (Salmo 102. 12).“Habrá
considerado la oración de los desvalidos, y no habrá desechado el ruego de
ellos”. (Salmo 102. 17).
En
este salmo el tono de queja parece predominar, pero en medio de su aflicción,
el salmista expresa confianza y esperanza de que DIOS va actuar a favor de su
pueblo.
El
salmista se sentía tan mal que se olvidó de comer. Cuando nos enfrentamos a la
enfermedad y a la desesperación, nuestros días pasan y no nos ocupamos ni
siquiera de nuestras necesidades básicas.
El
autor expresa una soledad extrema, “Soy semejante al pelícano del
desierto; soy como el búho de las soledades; velo, y soy como el pájaro
solitario sobre el tejado.”
Aunque
tenemos al Señor en nuestras vidas, y aunque esperamos sufrir aflicciones en
nuestras vidas, lo que no esperamos es que podamos estar tan abrumados como
expresa el salmista en este salmo.
Tenemos
siempre la imagen del cristiano victorioso, de que la idea de que un hijo de
DIOS se deprima la consideramos lejos de la realidad. Pero el cristiano
no está exento de la angustia y depresión.
La
situación puede ser tan desesperante, que hace que uno piense que está solo en
el mundo y llega a pensar que ha perdido la fe.
Pero
aún en medio de todo eso, el salmista recuerda a DIOS, ora y le pide que le
escuche.
Lo
primero que debemos aprender es a confiar en DIOS, porque Él es misericordioso,
bueno, y es amor.
Por
lo tanto tenemos que pedirle de todo corazón y especialmente que nos de
sabiduría para salir de la desesperación, debemos confiar en que DIOS hará, Él
siempre actúa.
“Respóndeme
cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me
hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración”. (Salmos 4.1).
Él siempre escucha nuestras oraciones.
Debemos
pedirle a DIOS que en el momento más oscuro, que siempre nuestro espíritu clame
a Él. No importa la circunstancia, pero que nuestra vista se alce al cielo en busca de respuesta,
refugio y consuelo.
No
para que necesariamente tenga que venir una respuesta o solución inmediata,
sino porque en nuestra relación personal con Él, sepamos que DIOS está sosteniéndonos.
En
esos momentos, DIOS es nuestra fortaleza. Aun cuando estemos muy débiles para
luchar, podemos apoyarnos en Él. Es a menudo mediante nuestras debilidades que
la gran fortaleza de DIOS está a nuestro alcance.
Que
DIOS nos de la confianza de siempre creer que Él escucha y que nos va a
sostener con Su gracia.
DIOS
siempre es el mismo y el preservará a su pueblo. DIOS está eternamente junto a
nosotros y cumplirá todas sus promesas, aun cuando nos sintamos solos. El mundo
perecerá, pero El permanecerá. (Hebreos1.10-12).
Dios les bendiga abundantemente.
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