miércoles, 23 de septiembre de 2020

Tiempo... Salmo 107. 6 - 7

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“En su angustia clamaron al Señor,  y él los libró de su aflicción. Los llevó por el camino recto hasta llegar a una ciudad habitable”. Salmo 107. 6 – 7.

 

Normalmente hacemos juicios de valor sobre las personas, basamos nuestras relaciones en los hechos, ya sean buenos o malos que otros hacen, nos acercamos a aquellos con los que tenemos feeling y nos alejamos de aquellos con los que no conectamos. Las relaciones humanas se basan en muchas ocasiones en la manera de actuar y en los hechos que cada uno hacemos, nos relacionamos con quienes según nuestro sistema de valores concuerdan con los nuestros y simplemente ignoramos a aquellos que no actúan de la manera que nosotros consideramos correcta.

Bajo esta premisa encontramos otra relación, la relación con Dios. ¿Qué es lo que afecta a nuestra relación con Dios?

Toda la Biblia se encarga de presentarnos al único Dios verdadero, aquel que no ha cambiado su esencia desde el principio y el que por el tiempo ha sido el mismo.

El Salmo nos invita a hacer tres cosas, clamar, agradecer y considerar. Hay una canción muy conocida dentro del ámbito cristiano cuyo coro dice: "Yo quiero enamorarme más de ti".

Pensemos en esta frase además de cantarla.  Y hagámonos la misma pregunta, ¿habrá algo que Dios pueda hacer para enamorarme más?

Es cierto que Dios es el que nos amó primero y por eso le amamos, pero la falta de enamoramiento no es por Dios, sino por nosotros.

Este Salmo nos invita a volver a enamorarnos de Dios, por lo que es y por lo que hace. En la angustia Dios extiende su mano y sus brazos para tomarnos, rescatarnos y abrazarnos, para darnos seguridad.

Clamemos a Dios en medio de nuestra angustia y Él nos librará de los problemas, Dios no desea ni da nada malo a sus hijos, clama hoy a Dios y ruega por auxilio.

Pero cuando Dios nos libre no nos olvidemos de su bondad, seamos agradecidos, todo el salmo nos muestra las bondades de un Dios que es Todopoderoso, seamos agradecidos a Él.

Por último, quizá lo más importante, prestemos atención a todo lo que Dios ha hecho e inevitablemente nos enamoraremos de Él, y no solo de lo que hace sino de su esencia la cual es simplemente espectacular.

Dios les bendiga abundantemente.

 

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