TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Por lo tanto, yo les digo:
No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que
necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más
que la ropa? Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni
cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes
que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves!” Mateo 6. 25 – 26
Dios hace las cosas
sorprendentes. Esta es una declaración simple y es verdad. ¿Cómo podemos decir
eso? La prueba está a todo nuestro alrededor. Algunas veces nos olvidamos de
mirar, o simplemente comenzamos a dar esas cosas por sentado.
En los pequeños milagros que
nos rodean cada día y llegan en el momento indicado. Nunca debemos
acostumbrarnos a ellos, al contrario debemos maravillarnos al ver obrar a Dios
en los pequeños detalles que nos hacen ver Su cuidado y Su amor por nosotros.
Ésa es la razón por la que
todo creyente maduro debe observar a un creyente más nuevo. ¿Qué mejor manera
de recordar la gracia sorprendente de Dios que verla a través de los ojos de
alguien que no ha llegado a acostumbrarse a ella?
Hablando con una creyente
nueva me comentaba cuán preocupada había estado por pagar una cuenta y lograr
pagar la renta.
El placer de escuchar su voz
se convirtió en preocupación y luego en confusión. Porque no parecía estar
preocupada por no tener suficiente efectivo. En vez de ello, ¡Había gozo! Me
dijo que acababa de llegar a casa del trabajo y se había puesto a revisar su
buzón de correo. Dentro había un cheque de reembolso de su compañía de seguros.
No esperaba que llegara tan pronto, y era justo lo que necesitaba para llegar a
fin de mes.
Su gozo provenía de darse
cuenta que Dios verdaderamente estaba cuidando de ella. Había dado otro paso en
cuanto a comprender lo que Jesús dijo: “no os preocupéis por vuestra vida”…
Debemos recordar la manera
en que Dios cuida de nosotros y de nuestra familia de maneras similares.
Nuestra fe crece y se
fortalece cuando nos damos cuenta que Dios no sólo hace cosas sorprendentes. Él
es verdaderamente sorprendente.
Dios siempre está obrando en
nuestras vidas para bien y nos bendice a través de los pequeños “grandes”
milagros de cada día, para decirnos “Yo estoy contigo”.
Dios les bendiga
abundantemente.
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