TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Acordaos de las cosas
pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y
nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde
la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré
todo lo que quiero.” Isaías 46. 9 – 10
Nos angustiamos por el
futuro, queremos controlar de tal forma nuestra vida, intentando que nuestro
futuro sea lo mejor posible, pero sólo Dios tiene el control de lo que pasará
mañana. Muchas personas que no conocen a Dios acuden a la adivinación y a
consultar agoreros para que les anticipen el futuro, para que les aconsejen qué
decisión deben tomar. Otros simplemente luchan desesperadamente buscando el
futuro que se imaginan.
Sólo el Dios de la Biblia
sabe lo porvenir. Mucho antes de que sucedieran las cosas presentes, Él ya se
había anticipado y anunciado con miles de años en su Palabra, el futuro que
tendrá el mundo.
(Daniel 2.28, 11 -
12, Apocalipsis 18 - 21, Isaías 60).
Pero lo más sorprendente es que también conoce y tiene un plan particular lleno de esperanza y bendiciones para cada uno de nosotros. Él nos enseña que si confiamos en sus promesas y en la sabiduría de sus palabras, ciertamente tendremos un futuro cierto.
Pero lo más sorprendente es que también conoce y tiene un plan particular lleno de esperanza y bendiciones para cada uno de nosotros. Él nos enseña que si confiamos en sus promesas y en la sabiduría de sus palabras, ciertamente tendremos un futuro cierto.
(Jeremías 29.11, Proverbios
24.13 - 14).
Él predeterminó un plan
maravilloso de salvación para nosotros, por medio de su hijo amado Jesús, y a
través de Él nos ha hecho herederos e hijos con un futuro y una esperanza
cierta e inconmovible. (Hechos 2:23).
Debemos por tanto, confiar
en Dios plenamente, poner bajo su control toda nuestra vida, saber que nuestro
futuro está asegurado si confiamos en Él y si basamos nuestra esperanza en sus
promesas, no en nuestra propia fuerza o capacidad.
El futuro no está en
nuestras manos, sino en sus manos. Depender de Dios es colocar nuestro futuro
en sus manos, no depender de Él significa seguir luchando buscando un futuro
sin tener en cuenta su guía.
Recordemos que Dios cumple
sus planes y propósitos, porque su consejo permanecerá para siempre, y los
pensamientos de su corazón por todas las generaciones. (Salmos 33.11).
Dios les bendiga
abundantemente.
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