TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Sean vuestras costumbres
sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque Él dijo: No te
desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor
es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.” Hebreos 13. 5 – 6
En este pasaje Dios nos dice
que es nuestro ayudador, boethos; que viene de boe «un grito pidiendo ayuda», y
theo «correr». Boethos es: «uno que acude corriendo cuando clamamos por ayuda».
La palabra describe al Señor apacible y listo para socorrer a sus hijos en el
momento que lo necesitan.
Una historia dice que un día unos científicos y botánicos que se encontraban buscando nuevas especies de flores, vieron una flor rara y bella que se encontraba en un despeñadero, y para poder alcanzarla alguien tenía que bajar sostenido de una cuerda. Había un joven curioso observando y le dijeron que le pagarían si bajaba por el despeñadero para arrancar la flor. El muchacho vio el profundo y vertiginoso precipicio y dijo: «Regreso en un minuto». Al rato volvió, seguido de un hombre canoso. Se acercó a los botánicos y les dijo: «Bajaré por el despeñadero y les traeré la flor solo con la única condición de que este hombre sostenga la cuerda, es mi papá».
Qué bueno sería que Dios nos diera la fe de ese muchacho. Si alguna otra persona sostiene la cuerda no nos atrevemos a ir, pero si es Jesús el que nos mantiene firmes, no podemos dudar.
Una historia dice que un día unos científicos y botánicos que se encontraban buscando nuevas especies de flores, vieron una flor rara y bella que se encontraba en un despeñadero, y para poder alcanzarla alguien tenía que bajar sostenido de una cuerda. Había un joven curioso observando y le dijeron que le pagarían si bajaba por el despeñadero para arrancar la flor. El muchacho vio el profundo y vertiginoso precipicio y dijo: «Regreso en un minuto». Al rato volvió, seguido de un hombre canoso. Se acercó a los botánicos y les dijo: «Bajaré por el despeñadero y les traeré la flor solo con la única condición de que este hombre sostenga la cuerda, es mi papá».
Qué bueno sería que Dios nos diera la fe de ese muchacho. Si alguna otra persona sostiene la cuerda no nos atrevemos a ir, pero si es Jesús el que nos mantiene firmes, no podemos dudar.
Confiar sin dudar en todas
las cosas de nuestra vida, hay áreas que nos cuestan más como el tema
económico. Al primer traspié en las finanzas comenzamos a temer y a
preocuparnos.
¿Estaríamos dispuestos a
decir: «Si mi Padre sostiene la cuerda, no temeré? ¿Cómo está nuestra confianza
en el Señor en todas las áreas de nuestra vida?
Dios les bendiga
abundantemente.
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